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Olor a sol
Aunque no lo creas, me lanzo sobre esa ropa recién
arrebatada de su tendido al sol. Mi nariz se alarga como
un cuadro surrealista, estoy nadando entre ropas solo
para percibir ese olor a sol. Frecuentemente, lo siento en la
madera caliente de un segundo piso con vista al increíble Mis juegos infantiles
atardecer, o en la toalla que se queda olvidada en el pasto.
Existe una conexión entre oler el sol y el vivir, como suspiros
de vitalidad que cada tanto se me van cuesta abajo: abro Recuerdo que en mí infancia jugaba varios juegos en la escuela. Jugá-
mi ventana, baila el aire mezclado de esa llama dorada bamos a saltar la cuerda, y hacíamos competencias de quién duraba más
impregnando sol por todos los espacios y recién puedo saltando sin perder o pisar la cuerda.
comenzar mi día con el pensamiento claro. Con la pelota jugábamos a las naciones, a la matanza, al fútbol, a la
tabla del 10 en la muralla. También al “Pillarse” dónde corríamos bastan-
María Verena te hasta quemarnos con las manos. Al “Runrún” que hacíamos con tapas
(28 años) de lata de las bebidas: aplanábamos muy bien una tapa con una piedra,
hacíamos competencia a cortar el hilo del runrún. Al Bachillerato también
jugábamos, y siempre hay una niña que gana. A la “Escondida”, donde
nos reímos mucho, por el escondite.
En el barrio no me dejaban salir a la calle a jugar. Pero cuando iba al
Lavanda campo andaba a caballo. Eso recuerdo de mi infancia.
Brunilda Herminia Sepúlveda González / Brunihermy
Ayer, cuando terminé de armar el ramo para mi entrañable amiga (72 años)
Ubita,
la vi allí, al borde de la calle.
Con algunos escasos brotes, pero ya con sus puntas lilas y su entra-
ñable aroma.
Al olerla se me agolpan en el corazón emociones y personas…
El suegro y Villa Amelia en Yungay.
Guillermo con su pañuelo siempre limpio,
con aroma a lavanda y, en su bolsillo siempre disponible
para enjugar lágrimas o dar fortaleza.
La Ubita en ese maravilloso lugar de Frutillar, donde varias veces com-
partimos onces deliciosas y un ambiente mágico,
un lugar donde todo era lavanda. Identidad viene de idea. Identidad es volver-
Jardín, perfumes, saquitos de aroma, aceites esenciales, pasteles y nos idénticos a la idea original, convertirnos
pan dulce. en lo que somos, adecuar el discurso a esa
¡Lavanda, qué olor tan entrañable! idea que somos.”
ONTOESCRITURA,
Marcela Castro Bravo
(65 años) Ziley Mora y Birgit Tuerksch