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30 › ESCUELA DE CRONISTAS Y ESCRITORES PARA LA MEMORIA DE ÑUBLE



























































           Don Roberto Casanueva de la Barrera



             Quien lo haya conocido personalmente, así como sus simpáticas anécdotas, le sería difícil olvidar a don Roberto Casanueva de la Barrera. En este momento lle-
           gan a mi memoria dos o tres sucesos protagonizado por él. (Contados por don J. M. I., abogado y amigo de él).

             EL PRIMERO: En calidad de Intendente de la provincia de Ñuble, en el gobierno del Presidente Frei Montalva, con motivo de la visita a Chile de la Reina Isabel de
           Inglaterra, el primer mandatario convocó a todos sus Intendentes al Palacio de la Moneda, lugar en que se haría la presentación.
             Llegado el momento; los Intendentes vestidos con impecable frac, en fila, a un costado de la larga alfombra roja, sobre la cual debería pasar su Majestad. Des-
           pués de los himnos patrios, y al son de música ad hoc apareció la Reina. Ella, junto al Presidente, se detenía por breves segundos frente de cada Intendente. A su
           vez, éste se inclinaba reverentemente ante ella y le decía una frase de cortesía en inglés; y así sucesivamente.
             Al pasar frente a nuestro Intendente, don Roberto Casanueva de la Barrera se presentó como todos, actuando con una gran reverencia, pero no sabía nada de
           inglés. Sin embargo, haciendo memoria, recordó las primeras palabras que aparecen en los cuentos en ese idioma, por lo que no titubeó en decirle: “Once upon a
           time, Su Majestad”. La reina con cierta perplejidad se detuvo por un instante, mirándolo, como esperando algo más, y luego sonriente se alejó.
             La muerte de las vacas
             No me acuerdo la fecha exacta en que ocurrió aquel accidente. Un rebaño de vacunos iba cruzando el paso a nivel existente en la prolongación de avenida Ecua-
           dor y en el mismo instante, y a gran velocidad, lo hacía un tren con una larga fila de carros que venía desde el sur. El tren abrió una brecha en medio de la manada,
           y murieron no menos de quince reses.
             Realizadas las investigaciones del caso, se comprobó que el funcionario de Ferrocarriles del Estado, encargado de la barrera, no estaba en su puesto ese día y
           hora, cumpliendo su deber. Es más, al haberse impuesto del accidente y de su culpabilidad, se dio a la fuga y, como era su costumbre, continuó catando vinos de
           las pipas de Confluencia.
             Conocida la tragedia y puesto ipso facto todos los antecedentes del caso para iniciar el juicio del dueño del rebaño en contra del Estado de Chile, desde el Minis-
           terio del Interior llegaban todos los días a la oficina del Intendente Casanueva, órdenes donde lo instaban a explicar detalladamente cómo ocurrieron los hechos.
             También, todos los días, don Roberto respondía a través de los medios existentes en aquel tiempo, cómo se había originado el accidente, sin omitir detalle por
           insignificante que fuera. No obstante aquello, desde la capital se insistía en lo mismo, es decir, aclarar aún más el suceso.
             Exasperado ya, nuestro Intendente le ordenó a su secretaria: “Señorita tome nota y envíe lo siguiente al Ministro y a quien más corresponda”.

             A V. Señoría
             En circunstancia en que un rebaño de vacas iba cruzando la líneadel ferrocarril (…), un tren que venía del Sur atropelló y
           dio muerte a quince animales. Debemos dar gracias a Dios que el tren venía de punta, porque si hubiese venido atravesado,
           no habría quedado ninguna vaca viva. Es cuanto puedo informar a V S., a quien Dios Guarde.
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