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CHangaral
Abundancia de ramas. De chag (ramas) y de la partícula española de las termi-
naciones colectivas). Es antigua aldea de San Carlos y río tributario del Ñuble.
CHillán
Voz mapuche, probable contracción de chilla-antü (zorra -raposa solar-).
También es factible que provenga de chilla-ñamku (zorro-aguilucho).
Aunque es altamente posible que el nombre también provenga de sus primeros
habitantes, la etnia chiquillan, que Juan A. Valderrama traduce como “gente
enojadiza”. Chillán sería entonces una contracción de chiquillan, un antiguo
pueblo de cazadores seminómades que recorrían y a veces asolaban la ciudad
y que venían desde el nororiente de la cordillera, cruzándola en sus recorridos
por las dos bandas. Podrían ser antecesores o coexistentes con los pewenche,
y acaso con lengua propia.
Los enojadizos, montaraces y dignos de temer chiquillanes, podrían ser los
antiguamente famosos -sobre todo en el mercado de Chillán- “indios corsarios”.
Muy altos y estrafalarios, eran conocidos así por sus pinturas faciales en base a
sebo y su indumentaria hecha de varias pieles.
Según fray Pedro Armengol Valenzuela (1918), Chillán se traduciría también
como “caerse lo que se lleva a cuestas”, pues él la deriva de la contracción de
chiquin (llevar a cuestas) y de llañn (perder o caerse). Por tanto, se trataría de
una zona o ciudad “sisífica”, que como Sísifo -el personaje mítico- siempre debe
reanudar sus esfuerzos de subir lo que una y otra vez se le cae de sus espaldas.
De allí, que podemos pensar o explicarnos, por ejemplo, sus sucesivas recons-
trucciones históricas. Chillán tuvo antaño siglos difíciles y, básicamente, por
las intentos de someter a la población autóctona a la esclavitud, humillaciones
y torturas. A esto, las tribus o lof picunches, pewenches, mapuches, reacciona-
ban con múltiples saqueos, incendios, robo de mujeres y fulminantes ataques
nocturnos.
En 1536 la hueste de Diego de Almagro llegó a la orilla del río Ñuble, cual
estaba a cargo de Gómez de Alvarado y Contreras y que al llegar a la zona fue
hostilizada por los aborígenes hasta llegar a la confluencia de los ríos Itata y
Ñuble, donde surge la Batalla de Reinohuelén.
En 1600 surge un asalto y destrucción de la ciudad por parte de los indígenas
comandados por Paillamacu. El gobernador Alonso de Ribera crea el Fuerte de
San Pedro de Ñuble, ubicado en la orilla del río homónimo. A este se sumaba el
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