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Fuerte de Quinchamalí en la confluencia de los ríos Itata y Ñuble y el Fuerte de
Santa Ana ubicado Itata abajo, creando así una red de fuertes en la zona. Pocos
años después nacería en la ciudad el escritor y militar chileno Francisco Núñez
de Pineda y Bascuñán, autor del libro “Cautiverio feliz”.
Desde su fundación en 1580, Chillán ha sido reconstruida en cuatro ocasio-
nes.
Luego de haber cambiado su emplazamiento original en el siglo XIX, la ciudad
vivió años de prosperidad hasta la década de 1880. Aquello se explicaba por la
actividad cerealera, la carne de vacuno y el vino, productos que se embarcaban en
el puerto de Tomé.
En el contexto del asentamiento hispano en Chile, Chillán desempeñó un impor-
tante rol estratégico, pues formaba parte del sistema de centros poblados ubicados
cada uno a una jornada de viaje, que debían asegurar las comunicaciones entre la
cabecera del reino y la frontera mapuche.
Distante cuatro días de Santiago y uno de Concepción, la ciudad fue fundada el
26 de junio de 1580 por el mariscal Martín Ruiz de Gamboa, cerca de la orilla sur del
río Ñuble y al amparo de San Bartolomé. Su proximidad de la frontera y la feracidad
de su entorno permitieron que la villa se constituyera en un eje articulador de las
relaciones hispano mapuches. Permitía el alerta temprana a lo que amenazaba al
lado y al sur del río Bío-Bío, al punto que el historiador Marco Aurelio Reyes Coca
la llama “zona de alerta amarilla”. El académico de la UBB escribe que “en el con-
texto geopolítico, Chillán sería una ciudad-intervalo en la guerra. La Concepción
del Nueva Extremo obedece al diseño político-estratégico de un emplazamiento
castrense destinado a soportar los afanes hegemónicos a lo largo de una esferves-
cente frontera... Es una ciudad fortificada con una inmensa jurisdicción territorial
en una frontera de alerta roja. A su vez Chillán surgía en una frontera con un fértil
hinterland o área de alerta amarilla, asegurando así la producción agropecuaria vital
para un espacio geográfico donde la mayor parte de su exigua población europea
debía permanecer velando las armas…”
En efecto, el Real Situado (remesas para los insumos de la guerra de Arauco) se
dividía en Chillán. En sus calles y plazas se transaba el ganado que los comerciantes
de la frontera -o conchavadores- habían obtenido de los indígenas a cambio de
aguardiente, harina, objetos de hierro, armas y monedas de plata que adquirían en
el mismo lugar.
La influencia de Chillán se manifestó también en el ámbito de la evangelización,
pues en 1697 las autoridades dispusieron la creación aquí de un Colegio de Naturales
para la educación de los hijos de los caciques, que eran instruidos en lengua española,
religión, filosofía y algunas nociones de derecho.
Aun cuando estas condiciones debían favorecer su desarrollo, Chillán no logró
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