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diéndole dirigir su defensa al entonces teniente Manuel Bulnes. Coelemu envió
representante propio a la Asamblea Constituyente de 1823, eligiendo diputado
precisamente a Manuel Bulnes. Con la Constitución de 1823, se transforma en la
Delegación de Coelemu y con la ley de 30 de agosto de 1826 integra la Provincia
de Concepción. Con la Constitución de 1833, la Delegación pasa a llamarse
Departamento de Coelemu. La administración local del departamento recae
en la Municipalidad de Coelemu hasta 1850, cuando Tomé se convierte en la
nueva cabecera departamental.
Con la ley de Comuna Autónoma, del 22 de diciembre de 1891, se promulga
el decreto de creación de la Municipalidad de Coelemu, que administra las
subdelegaciones de Vegas del Itata, Coelemu y Batuco. El DFL 8.582 del 30 de
diciembre de 1927 crea la comuna y Subdelegación de Coelemu, cuyo territo-
rio corresponde a las antiguas subdelegaciones de Coelemu, Batuco, Coleral,
Ránquil y Guarilihue y los distritos de Meipo, Montenegro y Chupallar, de la
antigua subdelegación Vega de Itata.
coihueco
Nombre de la comuna más grande de la región de Ñuble. Su nombre proviene
de koiwe-ko (agua del coihue), savia del árbol cordillerano. Antes, y en plena
plaza, había un gigantesco coihue de donde brotaba una vertiente.
El terreno de esta comuna (y el de sus vecindades) situada al oriente de Chi-
llán, formó la encomienda de Pedro de León (1552), pero después se la traspasó
a Hernando de Huelva, uno de los compañeros de Pedro de Valdivia.
En 1599, la prisión del cacique pehuenche Millachingue, de la encomienda de
Coihueco, y las crueldades del español Diego Serrano intensificaron el disgusto
de los indígenas. El 13 de septiembre de ese año, 2.000 indígenas asaltaron e
intentaron destruir todo Chillán.
En 1628 se produce una alianza entre pehuenches y tropas mapuches del
cacique Lientur, al paso de éste por la comarca de Coihueco, organizando un
devastador ataque a Chillán. La montaña coihuecana le sirve como plataforma
de ataque y huida.
En 1768, el cacique pehuenche Ancan, conocido igualmente como Ancalcan,
dominador de amplísimos espacios transcordilleranos que llegaron hasta el Río
Salado, cede lavaderos de oro ubicados en lo que más adelante se conocería
como Minas del Prado.
Recientes estudios japoneses detectaron una larga veta de oro que comenzaría
al pie de estos cerros y culminaría en Lonquimay. Existe al respecto una leyenda
mapuche que afirma que “el padre de las criaturas aladas escondió de la codicia del
padre de las criaturas con cuernos, un rayo de oro sagrado en lo profundo de la montaña
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