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preparar todo lo necesario. El ambiente se
volvía cada vez más propicio para recibir a
nuestra niña. Ya eran alrededor de las 12-1
del día, de repente empezaron a llegar las
contracciones cada dos minutos.
Después de aproximadamente dos horas
de este ritmo, supe que estábamos en tra-
bajo de parto activo, lo cual me llenó de
alegría. Nunca dejé de moverme: de pie,
de rodillas, apoyada en el sillón, en Jaime,
y en la Maca. Ellos me sostenían, hacién-
dome masajes y poniéndome un guatero
en la espalda. Volví a la ducha nuevamen-
te, y después de eso, la intensidad de las
contracciones aumentó.
siguiente pujo, mi Luz llegó a este mundo damente en mí. Me miro al espejo con este
a las 19:18 hrs. Instintivamente, me eché cuerpo post parto y me encanta; quiero cui-
hacia atrás y la saqué del agua. Jaime se darlo más que nunca. Nunca había sentido
sentó detrás de mí, y juntos esperábamos esto antes.
que respirara por primera vez. Al escuchar Disfruto escuchar a Jaime compartiendo su
su llanto, sentí una mezcla de felicidad y perspectiva sobre la experiencia.
alivio.
El miedo al dolor, del que mucha gente sue-
Teníamos a mi guagua con nosotros, piel le hablar, no era mi conflicto. Para mí, es un
con piel, y estuvimos un buen rato en la dolor que dura un rato y luego se disipa; no
piscina disfrutando de esos momentos tan es sufrimiento. Tampoco fue un capricho;
íntimos.
Era algo más profundo, una conexión con
Mientras tanto, examinaban a Luz, y me una parte de mí misma, mi alma, y escucha
sorprendió saber que pesaba 3.830 kg, ¡mi a lo que necesitaba. Como alguien muy es-
guagua más grande! Yo también estaba pecial me dijo unos días antes: “Este es tu
Mientras tanto, prepararon la piscina. Co- perfecta. Regresamos a mi cama: Luz, con momento, de ir a buscar a Luz, para recor-
mencé a ir a otro lugar, sintiendo como si su pañal y nada más, y dormimos piel con dar tu propia luz”.
mi guagua fuera abriendo camino. Vocali- piel hasta el día siguiente. Y por eso me he preparado, para abrazar
zaba en cada contracción. A ratos, contro- Podría decir que sigo con las hormonas esta experiencia en su totalidad, para recor-
laban el corazón de Luz, y siempre estaba en su vaivén: a veces más reflexiva, otras dar no solo mi luz, sino también la fuerza y la
bien. Mi tono de voz cambió; necesitaba sintiendo que algo ha cambiado profun- sabiduría que todas llevamos dentro.
masajes más intensos a medida que sentía
que entraba en otra fase del parto. Todos
en la pieza compartían esa misma sensa-
ción de transformación.
Me ofrecieron entrar a la piscina, a lo que
accedí. Jaime me ofreció unirse también.
Sentía que lo necesitaba a mi lado.
Mi tono de voz cambió nuevamente; me
sentía como una mamífera. Sentí el aro
de fuego. En ese momento final del parto,
mi cuerpo solo pedía pujar una vez más, y
sentí cómo la cabeza de Luz descendía.
En un empuje más, su cabeza salió con
la mano, y Jaime me contaría después
que, en ese instante, Luz le había agarra-
do el dedo. Yo estaba completamente en
otro planeta. Levanté una pierna, y en el
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