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12 › ESCUELA DE CRONISTAS Y ESCRITORES PARA LA MEMORIA DE ÑUBLE
¿Cómo se llamaban
las telas de antaño?
Popelina, Tocuyo, Trevira (Polyester), Osnaburgo, Percala, Villela, Lino, Organdí, Maletón, Mezclilla, Alcatran, Astragan… Con gran
entusiasmo nombramos en clase todas estas telas de antaño, que muchas de ellas ya prácticamente no existen. Y con ello, rápida-
mente, surgieron los recuerdos de nuestras prendas más queridas y favoritas, las de la infancia y de la adolescencia, las que nos
daban autoestima y entregaban identidad, las que más que nuestro cuerpo, vistieron nuestra alma y dieron alas a nuestro espíritu
e imaginación…
Un recuerdo
de buena tela
Es increíble cómo un perfume,
una foto, la música, un sabor agradable
o lo sensitivo de unas manos
nos pueden envolver en el pasado.
Recuerdo…
El único vestido que me ha fascinado en mi vida.
No tenían que luchar conmigo
para que feliz lo luciera.
Era un vestido de tela organza traslúcido verde agua
con encajes de mariposas y hojas finas bordadas.
Me sentía volar por los aires, vaporosamente fresco,
al caminar, no sentía mis pasos.
Flotaba…
Me percibía como esas ninfas del bosque
que habitaban junto a la cascada
que mi madre me leía en el cuento.
Mágicas, traviesas y un poco inquietas.
Tan solo me faltaban las alas,
pero a cambio,
tenía una imaginación desbordante
con la que podía trasportarme en un chasquido
a mis lugares favoritos.
Es increíble cómo un perfume,
una fotografía, la música, un sabor agradable
o lo sensitivo de unas manos
nos pueden hacer volver al pasado.
Fernán Troncoso Mi primera
(52 años) Marcela Soto
camisa de lino Quintana
(50 años)
Mi primera camisa de lino estaba arrugada, tipo “ama-
sada”. Pero había trabajado mucho para tenerla. Recolecté
rosa mosqueta, zarzamora y bellotas de encinos para ven-
derlas a mis vecinos. Y llegó el día. Eran como dos meses
y algo más de intensos e inflexibles ahorros.
Fui a la tienda de Don Fridolín y me quedé pegado En una autobiografía no se trata de borrar
frente a su única vitrina un poco ahumada, tal vez sucia. la memoria dolorosa, traumática o descon-
Estaba exhibida la más hermosa y distinguida camisa certante, ni menos tergiversar o negar lo
color barquillo, esa con botoncitos oscuros, tenía hasta sucedido, sino más bien penetrarla más a
en las aletitas del cuello botones negros. En las mangas y
hombros una presillas que la hacían extraordinaria. Tam- fondo, obligar al hecho a que arroje todas
bién un bolsillito en el pecho lado izquierdo. Era ancha, sus luces y todas sus sombras…”
fresca y elegante. Ziley Mora y Birgit Tuerksch
Yo imaginaba que con esa camisa tan “encachada” sí
que me vería muy bien en el baile del sábado en el Cami-
no Real. Ya habíamos salido de octavo básico, así que el
mundo era nuestro.
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