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120  05.FEBRERO.2020                                                                         www.ladiscusion.cl



             2003                                               2004                     2004                      2005
             10 de diciembre: Gonzalo                           Se inaugura la central hidro-  Las oficinas salitreras Hum-  Se aprueba una serie de
             Rojas,  poeta  oriundo  de                         eléctrica Ralco en el Alto   berstone y Santa Laura, en   reformas a la Constitución
             Lebu, pero afincado en la                          Biobío, luego de un largo   la Región de Antofagasta,    Política de Chile. Incluye 54
             ciudad de Chillán, obtiene                         conflicto con la comunidad   son declaradas Patrimonio   modificaciones, las cuales
             el Premio Miguel de Cer-                           pehuenche que habitaba la   de  la  Humanidad  por  la   afectaron al sistema demo-
             vantes.                                            zona.                    Unesco.                   crático.




                                                                                                  cuenta que “después del terremoto del 39, mandaron
                                                                                                  a mi abuelo (el constructor civil Domingo Castro) de
                                                                                                  Santiago a Chillán para ver las necesidades en terre-
                                                                                                  no. Vino como con ocho empleados, y lo que más
                                                                                                  recuerda es que el primer día se llenaron de piojos,
                                                                                                  hasta en los brazos, por lo que tuvieron que raparse.
                                                                                                  Me decía que el olor era nauseabundo y eso da cuen-
                                                                                                  ta de que en esos años, la higiene en el grueso de la
                                                                                                  población, sencillamente no era tema”.
                                                                                                    No es de extrañar, según la diseñadora, que por lo
                                                                                                  tanto,  la mayoría de los avisos en esos años fueran
                                                                                                  de pastillas, píldoras o jabones para enfermedades
                                                                                                  venéreas, infecciones estomacales, herpes, piojos o
                                                                                                  para picazones en general.
                                                                                                    “En ese momento la publicidad tuvo un enorme
                                                                                                  reto. La verdad es que nadie iba a ir a comprar un
                                                                                                  jabón que se había anunciado para la gonorrea, por
                                                                                                  ejemplo, porque evidentemente les daba vergüen-
                                                                                                  za, sobre todo en una ciudad tan pequeña como el
                                                                                                  Chillán del 1900. Entonces comenzó a trabajarse con
                                                                                                  ilustraciones y frases que connotaban salud y alivio,
                                                                                                  y no enfermedades”, explica.
                                                                                                    Así, se pasó de ofrecer píldoras francesas para
                                                                                                  “enfermedades secretas” a ofrecer la “alegría” de
                                                                                                  bañarse con un “fragante y revitalizador shampoo”
                                                                                                  o el “curativo jabón Hamamelis-Sulfuroso del doc-
                                                                                                  tor Rosa”, que en enero de 1900 publicaría un “story
                                                                                                  board” o relato en viñetas en La Discusión.
                                                                                                    La secuencia era simple. Una primera imagen con
                                                                                                  un niño reticente a bañarse, y una segunda en la que
                                                                                                  se lanza solo al agua, ansioso y feliz. Y por primera
                                                                                                  vez, no era necesario siquiera saber leer para enten-
                                                                                                  der lo que prometía el anuncio.
             Que el producto a vender fuera extranjero era garantía de calidad. En per-             La imagen lo diría todo, y de eso la prensa tam-
             fumes y medicamentos, la tendencia era París.                                        bién sacaría lecciones.

                                                                                                  La fotografía y la vanidad llegan a Chillán
                                                                                                    Pese a que ya en 1875 había dos casas que ofre-
                                                                                                  cían servicios de fotografía para familias, este recur-
                                                                                                  so no era utilizado ni en La Discusión ni en ningún
                                                                                                  otro medio.
                                                                                                    Fue en julio de 1910 que se imprimió una de las
                                                                                                  primeras fotografía en este diario. Una pareja ele-
                                                                                                  gantemente vestida en pose de vals, fue la forma en
                                                                                                  que el Teatro O’Higgins anunciaba la presentación
                                                                                                  del famoso ventrílocuo Eugenio Balder.
                                                                                                    La fotografía lo decía todo. El resto del aviso agre-
                                                                                                  garía solo el qué, el cuándo y el dónde.
                                                                                                    Y así se vendría pronto otro giro en la publicidad:
                                                                                                  la vanidad y el ser parte de la “gente bien” cuyas exi-
                                                                                                  gencias presionarían por más de un siglo a los chi-
                                                                                                  llanejos, en especial, a la mujer.
                                                                                                    Mostrar fotografías era ya una necesidad obsesi-
                                                                                                  va. De lo que fuera.
                                                                                                    Las portadas mostrarían por primera vez al Pre-
                                                                                                  sidente de la República, al archiduque de Austria,
                                                                                                  playas españolas, calles parisinas, trasatlánticos
                                                                                                  ingleses o la bahía de Puerto Montt, sin que texto
                                                                                                  alguno las justificara.
                                                                                                    Y en medio, figuraban ya avisos de nuevos ves-
                                                                                                  tidos europeos, escuela de modales para señoritas
                                                                                                  y “los mejores corsés” que a ninguna dama que se
                                                                                                  respete “le puede faltar”, para no lucir “vulgar”. Las
                                                                                                  ilustraciones, evidentemente,  mostrarían mujeres
                                                                                                  acinturadas, voluptuosas y felices.
                                                                                                    El historiador Marco Aurelio Reyes apunta que
                                                                                                  “el diario nació como un medio para dar opiniones,
                                                                                                  generalmente políticas, y para facilitar el comercio.
                                                                                                  Por esa razón desde el siglo XIX hasta los años 30,
                                                                                                  en sus páginas solo había avisos. Si a esto se suma el
                                                                                                  que el nivel de analfabetismo era enorme, se entiende
                                                                                                  que los diarios, como La Discusión estaban pensados
             Para 1940, la publicidad no aprendía aún de las sutilezas. Avisos como es-           para un público de alto poder adquisitivo, y en esos
             tos se repitieron tras el terremoto de 1939 que destrozó a Chillán.                  años, en Chillán lo había, casi tanto como en Talca
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