Page 62 - ÑUBLENSE 100 AÑOS
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            Por Ñublense tras el título de Tercera División
            del 2004, se rapó la cabeza en la Plaza de Armas
            y dio la vuelta olímpica en el estadio desnudo,
            pagando una apuesta.
              Hoy, con un local establecido en el moderno
            estadio Nelson Oyarzún, ya no lanza churros ni
            cuchuflíes, pero su corazón late con fuerza cada
            vez que Ñublense roza un gol.

            EL GORDO ABARCA
              Otro de los personajes de la hinchada cente-
            naria de Ñublense es Mario Abarca, quien por
            40 años ha seguido a los diablos rojos por todo
            Chile, a pesar que su corazón le ha dado más de
            una alerta entre tantas emociones fuertes.
              Alguna vez dijo que se quería  morir en la tri-
            buna de un infarto, pero feliz de ver a su equipo
            en la gloria.
              El 2006 organizó una barra que bautizó con
            el nombre “Pa la presión” y organizó todos los
            viajes.
              Sin embargo, en uno de esos derroteros, vivió
            horas de terror. Fue en Curicó, donde unos hinchas
            torteros exaltados, tras el triunfo de los diablos
            rojos por 2-0, casi lo linchan. Abarca resultó con
            una fractura en su rodilla. Todos pensaron que
            dejaría de viajar, pero no hubo caso. Su pasión
            por Ñublense sigue siendo más fuerte.

            EL TOMATE y LOs REDiABLOs
              Alexis Herrera confiesa que por más de 30
            años sigue al equipo chillanejo por todo Chi-
            le. Fue el fundador de “Los Rediablos” y ahora
            intenta reflotar una barra que ha perdido fuerza
            en la galería norte.
              “En los 90’ comencé a seguir a Ñublense por
            todo Chile. Recuerdo esa liguilla que ganamos en
            Quillota, la Copa Chile del 95’, el plantel que se
            armó el 97 y por supuesto el título del 2004 de
            Tercera División, evoca el barrista que se niega a
            ver morir el sentimiento que antes se multiplica-
            ba en las tribunas.

                       La fiel hinchada ñublensina ha sido
                 protagonista durante los cien años de vida
                del club.  Miles de seguidores han sufrido lo
                           indecible por los diablos rojos
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