Page 41 - ÑUBLENSE 100 AÑOS
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31.aGosTo.2016  l
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                                                                                                                                         años
                                                                                             Vega, de la época del Regional.
                                                                                               “Viajábamos con tremendos canastos en el   39
                                                                                             bus para jugar clásicos con Linares, Iberia y Lota,
                                                                                             pero nunca me imaginé que me iba a poner
                                                                                             chuteadores. Mi papá era mesurado, nunca me
                                                                                             felicitó, siempre me pidió responsabilidad y me
                                                                                             corrigió, era muy exigente. No tuve un papá que
                                                                                             me celebró mis logros, él falleció a los 51 años,
                                                                                             cuando yo estaba en Temuco, pero me vio jugar
                                                                                             en la Selección. Murió tranquilo. Él me exigió ser
                                                                                             honesto y yo le respondí”, sentencia.
                                                                                               A los 33 años, tras un periplo por diversos clubes
                                                                                             nacionales, volvió a jugar por Ñublense en Segun-
                                                                                             da División. Era 1983, el año en que se desató la
                                                                                             crisis económica que derivó en el descenso.
                                                                                               “Las condiciones ya estaban muy difíciles, tenía
                                                                                             dos hijos, desaparecieron los sueldos y colgamos
                                                                                             los zapatos. Ahí parto a hacer un curso de labo-
                                                                                             ratorista y me dedico a trabajar en la Celulosa
                                                                                             Arauco, en Concepción. Paralelamente, realicé
                                                                                             los cursos de iniciador, monitor y entrenador.
                                                                                             Partí en las inferiores de Naval, después asumo
                                                                                             el primer equipo, cuando era respaldado por la
                                                                                             Armada y luego me voy a Temuco a hacer mi
                                                                                             rumbo.” A Ñublense lo dirigió en dos oportuni-
                                                                                             dades y siempre apareció con sello de “salvador”
                                                                                             o “apaga incendios”.

                                                                                             entre la rabia y el dolor
                                                                                               En la actualidad, está profundamente dolido
                                                                                             con el club que lo vio nacer. “El estadio no debe-
                                                                                             ría llamarse Nelson Oyarzún, se lo dije a Pedro
                                                                                             Guzmán (ex presidente de Ñublense y ex alcal-
                                                                                             de de Chillán), creo que el estadio debería tener
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