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           6 › ESCUELA DE CRONISTAS Y ESCRITORES PARA LA MEMORIA DE ÑUBLE






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                                                                                                     Sur
                                                                                                (76 años)  Un día los chilenos nos miramos
                                                                                                           en un espejo real y escapamos
                                                                                                           del espejismo en el cual estábamos.
                                                                                                           Nos miramos tal cual somos,
                                                                                                           con toda su realidad y fuimos capaces
                                                                                                           de reconocernos entre nosotros.
                                                                                                           De redescubrirnos como país, como
                                                                                                           chileno.
                                                                                                           Del espejismo de conocernos como otros
                                                                                                           decían que éramos los jaguares de
                                                                                                           Latinoamérica.
                                                                                                           Reconocernos en la necesidad cotidiana
                                                                                                           y nacional.
                                                                                                           De aquí saldremos adelante.
                                                                                                           Y del espejismo que era reflejo de una rea-
                                                                                                           lidad inexistente,
                                                                                                           podamos vernos tal cual somos y como
                                                                                                           estamos.
                                                                                                           Y del falso espejo y su espejismo
                                                                                                           no quedará nada.





                           Bárbara Yañez   ¿Cuánto cuesta tener dignidad en Chile?
                                 Ormeño
                                (18 años)    Aún el sol no descongela las veredas rotas y ya hay gente caminando a tomar el primer bus del día, ese donde se duerme lo que faltó
                                           en la casa, donde el desayuno fue un pan con nada y un té para espantar a la bestia que le ruge en la tripa a los menos afortunados.
                                             Ya sea colegio, universidad o trabajo, ya sabes que viene; transformar el cansancio en un intento de optimismo y el dolor en ale-
                                           gría, porque después de todo somos chilenos. Acá no hay pena que no se intente borrar con una risa.
                                             Pero es 18 de octubre y la impotencia fue demasiada como para diluirla con un par de carcajadas. Esos 30 pesos le recordaron al
                                           pueblo cuánto cuesta vivir en este país que parece sube y baja estancado, donde los de arriba todos los días le suman peso a los de
                                           abajo, para que el juego no se pueda equilibrar.
                                             Así que entonces ¿cuánto cuesta vivir en Chile? El pan de todos los días cuesta más de 40 horas de trabajo semanal, la ropa de marca
                                           escrita en alfabeto asiático cuesta matrimonios y las primeras palabras del niño, la luz, el agua y el gas se lleva la salud mental de la
                                           cuenta, y la matricula del futuro de la hija se vende en cuotas de veinte años de ansiedad y desesperación.
                                             Pero espera, el costo de vivir aquí también tiene un cargo que se cobran robando el agua, los glaciares y el bosque nativo. Y el IVA,
                                           ese te lo descuentan en la miseria de pensión que equivale al precio del medicamento que necesitaras si sufres cáncer, una de las
                                           principales causas de muerte.
                                             Es 10 de noviembre y como si fuera imposible, los precios se alzaron. ¿Y cuánto cuesta querer dignidad en Chile? La dignidad cues-
                                           ta más de 197 ojos, más de 5000 detenidos e intoxicación por armas químicas vencidas. Gritar por un futuro cuesta 20 homicidios,
                                           más de 50 violentados (as) sexualmente y cientos de torturados (as).
                                             Es 11 de noviembre, aún el sol no ilumina los restos de balines y perdigones en las veredas, y ya hay gente pensando encontrarse
                                           en la marcha que huele a lacrimógena, barricada y esperanza de que ese día será el que en Chile el precio de sobrevivir no cueste la
                                           vida.





           La última huelga                                     Bárbara Javiera
                                                                González Mora
             Estamos cansadas, años de trabajo sin parar, ni un solo día libre, pre-  (22 años)
           sionadas contra cuerdas resonantes, madera frío e incomprensible, y sin
           crédito nos quedamos, esfuerzo sin recompensa. ¡A huelga nos vamos!,
           gritaron al unísono ambas manos, rehusantes a seguir dibujando, mien-
           tras la artista miraba sin palabras en su boca, cuando la lengua decidió
           sin miramientos apoyar tan inusual movimiento.










                                Yo cambio mi identidad cuando logro cam-
                                biar el relato que me narra. La verdadera
                                identidad es esa idea antigua y bien narrada
                                que enciende el corazón”

                                     ONTOESCRITURA, Ziley Mora y Birgit
                                                                Tuerksch


                                                                       6
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