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         www.ladiscusion.cl                                                                                              Voces y Raíces de Ñuble      47












                                                                                  ya que es considerada el epicentro y el ejemplo más representa-
                                                                                  tivo de la vida rural del siglo XVI en adelante. Perteneció a Juan
                                                                                  Francisco Rivas, el último señor feudal de Chile central y que
                                                                                  falleciera en 1922, a los 78 años.
                                                                                    Allí había todo tipo de adelantos que incluían luz eléctrica en las
                                                                                  casas patronales y teléfono en diversas secciones de la hacienda,
                                                                                  con el fin de hacer más expedita la comunicación entre éstas y la
                                                                                  casa patronal.
                                                                                    Rivas –según relata el historiador Marcial Pedrero-  marcaba
                                                                                     con su actitud progresista un precedente y un liderazgo para
                                                                                       el resto de los propietarios conservadores que mantenían
                                                                                       técnicas tradicionales, incorporando a sus propiedades
                                                                                       técnicas e inventos que estaban en boga en los países indus-
                                                                                           trializados de la época.
                                                                                              En la hacienda trabajaban cerca de 300 hombres,
                                                                                                quienes eran clasificados de acuerdo a sus aptitudes
                                                                                                  o al grado de confianza del patrón. A los inqui-
                                                                                                   linos y peones se les pagaba un sueldo cada tres
                                                                                                   meses, con el cual compraban sus provisiones
                                                                                                   en una pulpería. La jornada laboral era de 10
                                                                                                   horas y si algún trabajador era sorprendido co-
                                                                                                  metiendo alguna falta, era castigado con azotes
                                                                                                o sumergido en un pozo.
                                                                                              En 1969 la hacienda fue expropiada y en 1974, tras
                                                                                       varias solicitudes de los herederos, se les devolvió un tercio
                                                                                     de lo requisado.












































































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