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34 Domingo 20 de enero de 2019
Cultura
Cultura&Espectáculos
NUESTRO IDIOMA
Recuerdos
octogenarios
de una noche
infernal
POR CARLOS RENÉ
IBACACHE
MIEMBRO
CORRESPONDIENTE POR
CHILLÁN DE LA ACADEMIA
CHILENA DE LA LENGUA
Tenía yo 14 años de edad
y era primera vez que viviría
una experiencia, que medida
a través del tiempo, es única e
inolvidable. La casa en que vivía
con mi familia era de adobe y
ladrillo. El terremoto la destruyó
entera, pero el destino quiso que
las paredes de mi dormitorio se
portaran bien conmigo, la mitad
de la pared, correspondiente a
mis piernas, cayó sobre ellas,
sin quebrarme ningún hueso.
Mis padres me sacaron de un
fuerte tirón, para liberarme de
los escombros que me impedían
levantarme, mis padres advirtie-
ron que la pared correspondiente
a la parte superior de mi cuerpo
se había caído también, pero
yo ya estaba liberado. Eso me
permitió 80 años después estar
escribiendo esta crónica. A todo
esto, toda la familia reunida en el
patio, pensábamos qué íbamos
a hacer. Ya la luz natural estaba
alumbrándonos, las autorida-
des estaban tomando algunas
medidas, entre ellas declarar la
“Fue notable también
cómo reaccionamos
nosotros ante esta
tragedia, sobre la
cual nunca supimos
cuántos miles fueron
los muertos.
zona en “estado de sitio”, para
impedir asaltos y robos. Balas
para quienes se sobrepasaran,
como ocurrió con dos personas:
una con un saco lleno de dedos y
otro con un saco lleno de orejas.
Con anillos y aros, se agregaron
a las víctimas. Dura tarea para
quienes exigían orden y respeto.
Mientras tanto, éramos especta-
dores de situaciones increíbles,
como ver a muchos hombres y
mujeres lanzar los cadáveres a
carretas y camiones, como quien
tira a los camiones sacos de
papas, todos rumbo al cemen-
terio a depositarlos a una fosa
común. Ya las urnas y ataúdes
se habían acabado. Esa tarea fue
muy larga y en ella colaboraron
cientos de personas aportando
sus vehículos y su fuerza física.
Todos teníamos que hacer algo
en beneficio propio o ajeno.
Lo sorprendente fue cuando
supimos la positiva reacción que
expresaron muchísimos países
de todo el mundo. Fue notable
también cómo reaccionamos
nosotros ante esta tragedia, sobre
la cual nunca supimos cuántos
miles fueron los muertos.
Año Nuevo fuera de
casa
Ziley Mora Penrose. Escritor, etnógrafo y fi lósofo
Les comparto un caso reciente. Una joven
profesional amiga, que ahorró mucho para viajar,
después de visitar varios países del Asia, después
de tres meses de gira, el Año Nuevo la encuentra
frente a una preciosa y silenciosa cascada en
un remoto lugar de Bali, alcanzando uno de
sus sueños. Pero en ese quizá mejor lugar del
mundo, en medio del silencio de la naturaleza y
al cabo de una media hora incómoda, inquieta
y revuelta en sus pensamientos, en ese instante
lo único que deseaba era estar con sus amigos y
en su ciudad natal de Chile. Y pensaba: “pero si
estuviera en Chile, me sentiría tan mal pensan-
do por qué no estoy aquí, como quería desde
hace tanto tiempo”. A fuerza de probar lugares,
decenas de centros de meditación, mil comidas
exóticas, devorando múltiples experiencias, tal
era su revoltura interna, que en casi todos los
lugares tuvo sus respectivos “acostones” porque
además se sentía en búsqueda del amor. Cuando
la escuchaba pensaba: ella nunca hizo ese viaje,
porque su maleta mental la rellenó de sí misma,
impidiéndole ver, sentir y observar de verdad.
Como el mercado del turismo le impuso una
maratón de sensaciones, allá afuera no vio ni se
trajo nada sólidamente valioso, porque jamás
Tanta oferta, tanto artículo que
sirve para cada antojo particular –y
no digo necesidad humana- está
desarrollando una generación perdida: “los loser
(perdedores) del consumismo”. Es decir, aquellos
que se extraviaron en el infi nito laberinto del
desear y comprar lo que no es esencial.
RetroDiario
Nace en Quirihue Francisco Contreras
21/01/1877
www.ladiscusion.cl
todo lo contaminó de sí misma. Pensaba yo:
salió de la superfi cie de la piel de su ombligo:
“debería primero ella haberse dejado en casa, y
luego partir a lo nuevo”. Viaje, tiempo y dinero
perdidos, porque llegó más confusa, más triste,
más sola que antes y con más desesperanza.
Había despejado la “equis”: ni allá ni aquí está
la felicidad.
Hay una suerte de maldición de la prosperidad.
La abundancia en el mercado nos “emborracha
la perdiz”. Tanta oferta, tanto artículo que sirve
para cada antojo particular –y no digo necesidad
humana- está desarrollando una generación
perdida: “los loser (perdedores) del consumis-
mo”. Es decir, aquellos que se extraviaron en el
infi nito laberinto del desear y comprar lo que
no es esencial. “Me gusta ir a los mercados y ser
feliz, porque mi corazón se alegra al ver tantas
miles de cosas que no necesito”, decía el sabio
Diógenes. Nos pasamos cincuenta años pico-
teando, eligiendo, desechando, saltando de aquí
para allá, autoengañándonos, arrepintiéndonos,
volviendo a lo mismo pero con la apariencia de
novedad, en desmedro de lo valioso. Y entiendo
por valioso el cultivo de los valores, trabajo por
pulir los defectos, superación del egoísmo, etc.
Hoy vamos en contra del crecimiento esencial
de lo humano: sabiduría, valores, actitudes y
gestos que luego de hacernos sólidos/as, alum-
brarían el camino a otros. Y así, es mil veces
preferible invertir en saber ser, en esforzarme
por interrogar al propio corazón y avanzar en
el autoconocimiento. Antes de salir y probar,
tener claro lo que de verdad importa para luego
no perderme en la selva de tantos estímulos. Y
por cierto, para no caer en la tentación de lo
fácil: comprar en vez de autogenerar, consumir
en vez de producir.
Nuestra época busca todo “líquido”, inmedia-
to, desechable y con nuevo envase. Es decir, lo
que importa es que sea más rápido, efi ciente,
más cómodo, con menos esfuerzo, y fácil de
desprender. Lo tremendo de ello es que estas
mismas prestaciones se trasladan también a las
relaciones humanas. Y peor aún: a las relaciones
consigo mismo. Me explico: queremos ver el
mercado del amor (la oferta disponible en los
sitios de citas digitales, por ejemplo), consumir
amor, practicar el amor con puntuales encuentros
sin compromiso, sin pulirme para yo entregar
primero lo que exijo al otro.
Hoy tenemos los recursos, pero no el diseño
del ser, se tiene el agua –un engaño de agua- pero
no la sed. Y quizá por eso es que tomamos agua
sucia y loca. Sin casa interna quedamos expuestos
a bebernos cualquier veneno global.
Quizá, la fi gura de Francisco que por esa época se apoderaba
Contreras Valenzuela es una de no solo de las letras, sino del
las que más controversia genera arte en general.
en Quirihue, su ciudad natal. Y En 1902 publica su segundo
es que a pesar de haber brillado trabajo. Se trataba de un poe-
en Europa gracias a su poesía, mario llamado “Raúl”, en el
su cuna recién hace pocos años que incluyó un texto llamado
atrás le reconoció su aporte “Preliminar sobre arte nuevo.
permitiendo que sus restos Arte Libre: Arte sincero”. Más
fueran trasladados desde Europa tarde, Contreras presentaría
(en donde residió los últimos el ensayo “El movimiento que
años de su vida) a Quirihue y triunfa hoy. Manifi esto sobre
tras esfuerzos de particulares el Mundonovismo”, el cual
que vieron en la poesía de presenta una infl uencia clara
Contreras el virtuosismo que del ensayo anterior.
en Chile nadie visualizó. Tres años más tarde, decide
El escritor nació en Quirihue emigrar a París y radicarse en
el 21 de enero de 1877 y muy Europa en un viaje sin retorno.
niño sus padres lo enviaron a Desde ahí comenzó a escribir
Santiago para que continuara en diarios y revistas y con el
sus estudios en el Instituto tiempo logró publicar libros
Nacional. como “Montagne Ensorcelée”
Cuando tenía 20 años fundó (1928), “El valle que sueña”
su propia revista de letras a la (novela); “La ciudad mística”
cual llamó “Lilas y campánulas”. (novela); “La selva encantada”
Un año más tarde, publica “Es- (cuentos chilenos); “El paladín
maltines”, un trabajo que reunió de la luna” (poesías) y “Las
sus primeros cuentos y ensayos malaventuras de Gracían”
inspirados por la figura de (novela). Murió en 1933 a causa
Rubén Darío y el Modernismo de tuberculosis.