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Collage digital: Carolina Cox (@carocox_)














                          Te creo, te abrazo, te empodero:
         Un llamado urgente a erradicar



           la violencia contra las mujeres




                          Por Vanesa Bórquez, docente universitaria, actualmente una destacada
                           defensora de la empatía y la solidaridad en la protección de la mujer.

          A pesar de los avances en materia de derechos humanos y equidad de género, aún en el siglo XXI, las mujeres y niñas
          seguimos enfrentando una alarmante realidad: la violencia física, sexual y psicológica, tanto en el ámbito doméstico como
          público. En este contexto, se vuelve más urgente que nunca la implementación de políticas públicas que garanticen la
          seguridad, la integridad y, por encima de todo, la justicia para quienes hemos sido víctimas de violencia.
          Es fundamental reconocer que, más allá de la condena a los actos de violencia, lo que realmente sana es la empatía. Este
          proceso no solo se trata de los derechos de las víctimas, sino de un ejercicio de reparación social que todos debemos
          promover. Porque cada historia de violencia es también una historia de resistencia y lucha. En este camino, las voces de las
          mujeres unidas, alzadas en solidaridad, son un grito de esperanza y cambio.
          Cada año, la lucha por erradicar la violencia feminicida suma más adherentes. La defensa de los derechos humanos no es
          negociable. El avance hacia una sociedad más justa y equitativa pasa por garantizar la seguridad de las mujeres y poner fin
          a la violencia de género. Si bien los avances son notables, aún queda un largo camino por recorrer. Las políticas públicas,
          la formación continua y la sensibilización de la sociedad son elementos claves para erradicar la violencia.
          Te invito, entonces, a alzar tu voz. A romper el silencio. A denunciar. La denuncia no solo es un acto de valentía, sino también
          un primer paso hacia la sanación. Desde mi experiencia, puedo decir con certeza que contar nuestra historia es el inicio de
          un proceso de restauración, un camino que puede reescribir el final de muchas vidas, un final lleno de justicia y dignidad.
          Debemos decir un rotundo NO a la impunidad, un NO a la sumisión, un NO al silencio. Rompamos, juntas, el ciclo de maltrato
          que sigue afectando a tantas mujeres y niñas.
          Recuerda, si eres una niña o una mujer que ha sufrido violencia, NO ESTÁS SOLA. Yo te creo, te abrazo, te sostengo la
          mano. Tu voz es mi voz, y juntas, nuestras voces unidas en amor tienen el poder de hacer justicia. Un poder que no solo
          transforma, sino que también sana y restaura desde lo más profundo nuestra sociedad.



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