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Testimonio
“Un viaje de resiliencia”
A propósito de fin de año, de reflexiones, de agradecer y por supuesto los habituales accidentes de
estas fechas, invitamos a una gran mujer a contarnos su reciente historia.
i nombre es Magdalena Cruz
Morandé, La Maida, como
me llaman familia y amigos.
Tengo 43 años y hace casi
M16 estoy casada con Cristián
Ortega Valdivia, con quien tenemos 5 hijos de
13, 12, 10, 5 y 3 años. Aunque llevo muchos
años fuera de Chillán, siempre seré una mujer
de Ñuble.
Al egresar del Deutsche Schule, como mu-
chos chillanejos, me fui a Santiago a estudiar
Derecho en la Universidad de los Andes. Me
titulé y trabajé en esa ciudad hasta 2009,
cuando, con Cristián, nos casamos y comen-
zamos una vida de constantes cambios, vi-
viendo en diversas ciudades de Chile, desde Sin embargo, hay cambios que son inespera- Nunca imaginé que me pasaría algo así. Que
el desierto de Atacama hasta la Patagonia de dos, como el del día sábado 31 de agosto de por la imprudencia de un borracho la vida de
Magallanes. Cada dos o tres años, dejamos este año. Ese día salí a las 4 de la tarde a ver a nuestra familia cambiaría tanto. Jamás pensa-
amistades, trabajos, colegios (mis niños ya dos de mis hijas, que estaban en un campeo- mos que esos tragos de más en un asado pu-
han estado en ¡6!) y proyectos. nato de gimnasia a una cuadra de casa. Cerré dieran afectar a tantas personas. Sin embargo,
Siempre nos vamos con pena de donde vi- la puerta del condominio, y no había camina- a pesar de los dolores físicos, de estar lejos de
vimos, pero con esperanza de ser felices en do diez metros cuando escuché el ruido de un mi marido y los niños (hace casi 2 meses no
el siguiente lugar. ¿Estamos acostumbrados auto que iba muy rápido. Me di vuelta y vi una nos vemos, no es fácil moverse casi 900 km
a tanto cambio? No, no lo estamos, y creo camioneta subir a la vereda por donde yo iba. con 5 niños, el trabajo, la casa y las activida-
que es difícil que alguien lo logre. Pero son Pensé: “acá me muero”. Me pegó con todo, des escolares), solo puedo agradecer a Dios.
cambios asumidos, que sabemos que van a volé más de cinco metros y pasó encima de Primero, agradezco estar viva. Nadie se expli-
llegar, y que nos han enseñado a ver el vaso una de mis piernas. Literalmente vi pasar una ca que no me haya pasado nada más, ni los
medio lleno, a disfrutar de los lugares donde de las ruedas a veinte centímetros de mi cara. testigos del atropello, ni los carabineros, ni los
estamos, a conservar amigos a pesar de la dis- El chofer era un joven de 21 años que maneja- médicos. También agradezco haber ido sola,
tancia y el tiempo, y sobre todo, hemos apren- ba borracho y se dio a la fuga. si no, la historia sería distinta. Luego, agradez-
dido a trabajar como equipo en nuestra casa, Un paramédico, ambulancia, la urgencia de co todos esos cambios de ciudad, lejos de
a “aperrar como familia”, como dicen mis ni- Caldera, otra ambulancia, Hospital de Copia- todos, que nos han enseñado a “aperrar como
ños, especialmente por estar siempre lejos de pó. Ahí se dieron cuenta de la gravedad de familia”.
todos y sin red de apoyo. las lesiones. Debían operarme de urgencia Cada familia es un mundo, y no hay una receta
Desde el año pasado, vivimos en Caldera, una para salvar mi pie, pero no era posible hacerlo única que funcione para todas. Solo comento
pequeña ciudad en la costa de la región de en ese hospital. Me evacuaron en avión hacia lo que a nosotros nos ha funcionado: ahora
Atacama. Es un lugar tranquilo, sin semáforos el Hospital Naval de Viña del Mar, donde me veo lo bueno de nuestra decisión de estar
y con un solo supermercado, donde el co- operaron inmediatamente, me trataron una in- 100% para nuestros niños, de darles respon-
mercio cierra a las 13 hrs y abre nuevamente a fección grave, estuve con cámara hiperbárica, sabilidades acorde a su edad, de enseñarles a
las 17 hrs. Comparado con mi vida en Chillán, curaciones, aseos quirúrgicos y una segunda ser autovalentes, de estar en los detalles. Qué
todo nos queda lejos. Solo para llevar a mis operación para reconstruir mi pie. orgullo más grande ver cómo cumplen con
niños al colegio, viajamos casi 80 kilómetros. Por la gravedad del accidente, y porque San- el colegio y cómo se acompañan y ayudan
Viendo el vaso medio lleno, disfrutamos de tiago y Viña son Chile, después de casi tres como hermanos. Y cómo no iba a ser de otra
los paisajes del desierto, las playas escondi- meses aún no he podido volver a mi casa. Cu- forma, con el tremendo papá que tienen, que
das con aguas turquesas y del desierto florido raciones, controles con el traumatólogo y el ci- logra que cada hora tenga más de 120 minu-
que tuvimos como jardín este año, además de rujano plástico, y las sesiones de kinesioterapia tos para estar para todos. Qué alegría ver cómo
las “clases de historia y geografía in situ”. me han retenido entre Viña y Santiago. el trabajo de papás del día a día da frutos.
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