Page 29 - Diario 06/04/2025
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        Cultura






        El sombrero que no se quitó









          Hace unos días murió mi abuela                            decirlo, fue una de ellas. Como tantas   entender la vida, de sostenerla desde
        paterna. No era muy habladora,                              mujeres de su generación, tejió vidas   lo invisible. Como también escribió
        y yo tampoco fui especialmente                              y días sin pedir reconocimiento,   Bertold Brecht en preguntas de un
        cercano a ella. Pero la admiraba. Y                         construyendo a pulso la memoria de   obrero que lee, “¿Quién construyó
        más que eso, la atesoraba. Como                             un país machista que suele olvidar   Tebas, la de las siete Puertas? En
        se atesora una antigua fotografía   En un mundo donde       a sus artesanas cotidianas.  los libros aparecen los nombres de
        en sepia de alguien que no se ve                             No necesito idealizarla para sentir   los reyes. ¿Arrastraron los reyes los
        todos los días, pero cuya existencia   todo parece suceder a   su ausencia. Porque hay personas   bloques de piedra? Y Babilonia, des-
        —aunque discreta— nos da sentido.  la carrera, tomarse un   que nos enseñan sin hablar, que nos   truida tantas veces, ¿quién la volvió
        Fue una mujer que habitó el mundo   momento para honrar     cuidan sin tocar, y cuya existencia   siempre a construir? El anonimato
        sin grandes ruidos, como un río                             silenciosa nos acompaña más de lo   merece más respeto que el rótulo,
        que corre constante, más allá de  al otro es un acto re-    que sospechamos.             pues en gran parte todos somos
        las estaciones.               volucionario.Quizás, al        Mi abuela fue una de ellas. Tal   anónimos.
          Hay muertes que ocurren en medio                          vez no compartimos confidencias,   En su funeral, no hubo carabineros
        del tráfago diario, entre mensajes de  final, no se trata sólo de   ni largas sobremesas, pero había en   que se cuadraran, ni desconocidos
        WhatsApp y reuniones por Zoom. Y   cómo morimos, sino de    su figura una dignidad que se intuía   que bajaran la cabeza. Algunos coches
        uno, con los pies en la vereda, intenta                     más que se oía. Una sabiduría de las   ni siquiera detuvieron la marcha.
        hacer caber en una misma jornada la  cómo permitimos que    manos, del tiempo bien adminis-  Pero ella merecía ese respeto. Como
        pena y la normalidad. Pero la muerte   los otros se vayan. Mi   trado, de los afectos ofrecidos sin   lo merecen todas las abuelas que
        no cabe nunca del todo. Ni en los                           aspavientos.                 han tejido las tramas de nuestras
        horarios, ni en las notificaciones,  abuela se fue sin hacer   Cito un artículo titulado Muerte   historias sin dejar rastro digital.   Alejandro Arros Aravena
        ni en los comunicados escuetos.   ruido, como vivió. Pero   y autenticidad. Reflexiones sobre   Porque honrar a los muertos no es   Doctor en Educación, Académico
        La muerte, cuando es de alguien                             Heidegger, Rilke y Blanchot donde   sólo llorarlos, es también detenernos,   Departamento de Comunicación
        que ha sido parte de nuestro mapa   algo dentro de mí, hoy,   se escribió: “Lo que la muerte des-  bajar la velocidad, reconocer —aun-  Visual UBB
        emocional —aunque no hayamos  siente la urgencia de         truye no es lo que amamos, sino su   que sea por unos segundos— que la
        compartido cada día—, tambalea   decir: gracias. Gracias,   presencia”. La muerte no borra el   vida que acaba de irse hizo el mundo
        las estructuras invisibles.                                 amor. Solo nos deja huérfanos de su   un poco más habitable.
          Recuerdo que, años atrás, cuando  aunque no te lo dije    carne, de sus rutinas, de sus gestos.   La filósofa Adela Cortina habla del
        pasaba una carroza fúnebre por la   tantas veces. Gracias   A mi abuela no la veré más sentada   “ethos del reconocimiento” como un
        calle, la gente se detenía. Algunos se                      en su rincón, ni preparando té como   principio ético: dar a cada cual el
        descubrían la cabeza de sombreros  por estar, por ser par-  quien prepara una ceremonia. Pero   lugar que le corresponde. Aún en la
        y gorros, los conductores reducían   te de esta historia que   queda su modo, su forma de estar.   muerte. Tal vez debiéramos volver a
        la velocidad, y los carabineros, sin                        Como una estampa invisible que   aprender esos gestos. No por nostal-
        importar el rango ni el difunto, se  aún escribimos. Y tal   acompaña.                   gia, sino por justicia. Por humanidad.
        cuadraban con respeto. Había un   vez, el próximo cortejo    Y pienso en todas esas personas   Porque en un mundo donde todo
        pacto tácito: frente a la muerte, se                        que, como ella, vivieron haciendo   parece suceder a la carrera, tomarse
        suspende el ritmo del mundo.  fúnebre que cruce mi          bien lo suyo, sin pedir una placa, sin   un momento para honrar al otro es
          Hoy ya no. He visto carros fúnebres   camino, encuentre en   dejar una cuenta de Instagram con   un acto revolucionario.
        cruzar esquinas como si fueran Uber,                        sus mejores momentos. Hombres y   Quizás, al final, no se trata sólo
        gente conversando con la música   mí a alguien que se       mujeres que no salieron en diarios   de cómo morimos, sino de cómo
        encendida, bocinazos impacientes   detiene. Que se descu-   ni en rankings, pero cuya existencia   permitimos que los otros se vayan.
        detrás de un cortejo. Es como si la                         hizo posible que otros pudieran   Mi abuela se fue sin hacer ruido,
        muerte ajena no mereciera ya ese   bre la cabeza. Que baja   soñar. Personas que vivieron con   como vivió. Pero algo dentro de
        mínimo gesto, ese pequeño ritual  el volumen. Porque a      lo justo, que criaron, enseñaron,   mí, hoy, siente la urgencia de decir:
        que, sin grandes palabras, decía: “su   veces, el respeto se he-  cultivaron, barrieron, cuidaron...   gracias. Gracias, aunque no te lo dije
        vida importó, aunque no sepamos                             sin espectáculo. ¿Quién les rinde   tantas veces. Gracias por estar, por
        su nombre”.                   reda. Como un sombre-         honores?                     ser parte de esta historia que aún
          En Sobre la muerte y los moribun-  ro que alguien, alguna   George Eliot, en Middlemarch,   escribimos.
        dos, Elisabeth Kübler-Ross escribió                         escribió una frase que me acom-  Y tal vez, el próximo cortejo fúne-
        que “las personas más hermosas  vez, se quitó.              paña desde hace tiempo: “El bien   bre que cruce mi camino, encuentre
        que hemos conocido son aquellas                             crece en el mundo en gran parte   en mí a alguien que se detiene. Que
        que han conocido la derrota, el                             gracias a personas que nunca han   se descubre la cabeza. Que baja el
        sufrimiento, la lucha, la pérdida,                          sido reconocidas”. Mi abuela per-  volumen. Porque a veces, el respeto
        y han encontrado su salida desde                            tenece a ese linaje. Su legado no es   se hereda. Como un sombrero que
        esas profundidades”. Mi abuela, sin                         un monumento, sino una forma de   alguien, alguna vez, se quitó.



        Chillán acoge la exposición


        “Había una vez... en Dinamarca”

        con el embajador Henrik Hahn




        El Centro Cultural Municipal de Chillán inauguró   así que muy contento de recibir a un embajador que
        la exposición “Había una vez... en Dinamarca”, un   viene a conocer y a reconocer a nuestros artistas
        recorrido por la historia de la ilustración infantil   locales”.
        danesa, que abarca desde 1835 hasta 2022. La   Durante su visita a la ciudad, el Embajador Bramsen
        muestra, que toma como punto de partida la obra   tuvo la oportunidad de recorrer importantes espa-
        de Hans Christian Andersen, fue inaugurada en una   cios culturales de Chillán. Además de asistir a la
        ceremonia que contó con la presencia del embaja-  inauguración de la como los del reconocido artista
        dor de Dinamarca en Chile, Henrik Hahn Bramsen,   David Alfaro Siqueiros. “Estoy muy agradecido por
        y el alcalde de Chillán, quien también preside la   el recibimiento en Chillán con tan caluroso amor,
        Corporación Cultural Municipal de Chillán, Camilo   es un gran placer estar en su hermosa ciudad, es
        Benavente Jiménez.                           la primera vez para mi de visitar Chillán, y me sor-
        En esa línea, el edil indicó que “recibimos la visita   prende mucho que haya tanta cultura en Chillán y
        del embajador de Dinamarca y hemos visitado   me encanta muchísimo. Entonces inaugurar una
        nuestros principales centros culturales, museos, el   exposición danesa acá me da mucho gusto, después
        Teatro Municipal, el Centro Cultural, y ha quedado   de unos años de presentarla en Santiago, tenemos el
        realmente impresionado de cómo nosotros en   gran honor de poder traerla aquí a Chillán”, expresó
        nuestra ciudad manejamos y trabajamos la cultura,   la autoridad internacional.
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