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34 Domingo 6 de enero de 2019
C
Cultura&Espectáculosultura
NUESTRO IDIOMA
Cuidemos el
buen uso del
idioma, como
deber esencial
POR CARLOS RENÉ
IBACACHE
MIEMBRO
CORRESPONDIENTE POR
CHILLÁN DE LA ACADEMIA
CHILENA DE LA LENGUA
En una crónica anterior, muy
brevemente señalé que se ha popu-
larizado mucho la desvalorización
de nuestros verbos, que resulta la
categoría verbal más dañada por
nuestros hablantes; donde más se
nota, es en la segunda persona del
modo indicativo. Días atrás puse
como ejemplo, los casos de “podís”
en lugar de “puedes”; “tenís”, en
lugar de “tienes”; “querís”, en
lugar de “quieres”. Frases como
“¿quieres hacerme un favor”?.
Es evidente que suena mejor
que ¿querís hacerme un favor?.
Sin embargo, las escuchamos
a menudo; y no es agradable,
incluso en las conversaciones
informales o coloquiales, si les
damos un carácter familiar.
Con mayor razón si hay niños
escuchando, ellos le dan a esas
palabras, la autoridad que tiene
un adulto pronunciarlas.
En realidad, el verbo es la
parte de la oración castellana
que expresa el mayor número de
dificultades. Para comprobarlo,
basta escuchar a una persona
que habla otro idioma. El verbo
“En realidad, el verbo es
la parte de la oración caste-
llana que expresa el mayor
número de dificultades.
Para comprobarlo, basta
escuchar a una persona que
habla otro idioma. El verbo
el que más les cuesta hablar-
lo como corresponda”.
el que más les cuesta hablarlo
como corresponda.
Lo que dificulta su definición es
la excesiva complejidad y la gran
variedad de formas con que se
presenta. En efecto, la mayor parte
de los verbos sirve para expresar
un concepto: escribir, comer,
viajar y además, un conjunto de
circunstancias accesorias, que
los gramáticos clásicos llamaban
accidentes verbales y que los
contemporáneos denominaban
categorías verbales de número,
persona, tiempo y modo. Algunos
verbos, además, llevan implícita
la idea de voz. Hay otros que no
envuelven un sentido conceptual
claro y no obstante, tienen todas
las características que distinguen
a los otros verbos. Hay todavía
un cierto grupo de verbos que en
ocasiones sirven para expresar
conceptos verbales auxiliares:
haber, ser y estar.
Los verbos auxiliares no son
palabras en el estricto sentido de
esta expresión, solo inflexiones
al lado del verbo de donde se
construyen. La complejidad del
significado del verbo se advierte,
por tanto, en la pluralidad de
formas que posee, en todas las
lenguas flexivas.
Cavilando en el
crepúsculo
Ziley Mora Penrose. Escritor, etnógrafo y filósofo
“Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida/
porque nunca me diste ni esperanza fallida /ni
trabajos injustos, ni pena inmerecida;/porque
veo al final de mi rudo camino/ que yo fui el
arquitecto de mi propio destino…”(Amado
Nervo, “En paz”). Cerca de un final, sea éste de la
existencia terrenal, sea de la vida laboral, o bien
de cara hacia el fin de otro año, toda persona
mayor o anciana inevitablemente se plantea
evaluar su vida. Al comenzar el ocultamiento del
sol para su existencia, generalmente considera
lo mucho que le ha quedado por hacer, quizás
lo tarde que se le ha hecho para tantas cosas,
y que ya esto o aquello se lo dejará definitiva-
mente pendiente. Es el comienzo de la hora de
la renuncia. Mejor, la hora de la aceptación. Tal
como recientemente y a propósito del fin de
año, un ya sesentón amigo mío escribía en su
Facebook : “llega el tiempo en que uno ya no
espera respuestas, no discute con el destino; lo
abraza”. Es decir, más allá de las ensoñaciones
juveniles, las utopías y los altos ideales de la
adultez, llega para todos nosotros una época en
que uno acepta la realidad. Con pragmatismo,
uno acepta todo lo bueno que tiene a mano
como regalo, sin desgastarse por lo que ya no
“Es el comienzo de la hora de la
renuncia. Mejor, la hora de la aceptación.
Tal como recientemente y a propósito
del fin de año, un ya sesentón amigo mío escribía en
su Facebook: “llega el tiempo en que uno ya no espera
respuestas, no discute con el destino; lo abraza”.
RetroDiario
Muere en Cuernavaca David Alfaro Siqueiros
06.01.1974
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tendrá al alcance. Es la hora en que para mu-
chos les parece que, a pesar de tanto esfuerzo,
queda tanto por hacer y quizás hay poco que
haya valido la pena en el balance. Es la hora
en que todo empieza a perder su importancia,
pues todo se nos escapa. Y hasta nosotros
mismos. La vida de hasta los más cercanos se
nos empieza a volver tan desconocida. ¿Cuál
fue el misterio esencial de mi padre o cuál
habrá sido el miedo principal de mi madre?
Probablemente, ni siquiera él o ella lo supo. Y
me es muy difícil saberlo hoy para mí, ya tan
distante de ellos y que como ellos, hoy apenas
tengo unas poquísimas cuantas certezas. “Lo
único que sé -como me lo decía una amiga recién
cumplidos sus 80- que al cerrar los párpados de
mi padre y madre difuntos, ahora soy yo quién
debe preguntarse por quién me los cerrará a
mí y si yo estoy preparada para esa renuncia
final al cuerpo y a la vida”.
Nuestra propia existencia -también la tuya-
para ser verdaderamente narrada, debería remi-
tirse a ciertas cartas, a revisar añejas agendas,
a unos recuerdos evanescentes como en esos
extraños sueños al venir la madrugada. Solo
nos queda el recurso de fijar unas imágenes
flotantes, pero que no son más que muros en
ruinas, sombras de sensaciones que antes fueron
paredes con ciertos indefinidos colores. Solo
nos queda en pie la escritura para llenar unas
pocas lagunas con retazos de memoria. Llega la
hora de escribir desde los bordes, bordando -no
adornando- el significado de las experiencias.
A punta de lápiz o de computador, exprimir
el jugo quintaesenciado de los aprendizajes
que ellas nos dejaron. O bien, solo nos queda
el recurso de un pequeño tambor -tal como
una vez me lo decía una anciana machi- para
fijar con ese modesto compañero, el ritmo del
propio corazón y dejarlo vibrando en algún
rincón del infinito Universo.
Es el momento de asumir lo vivido y ver el
camino que el tren de la vida ha cruzado por
ochenta o noventa estaciones, ramales, laderas
y caminos diversos. En la actitud y en el tono
con que una persona anciana y sabia enfoca
su vida, encontremos el mismo sabio talante
del poeta Juan Guzmán Cruchaga, quién en la
etapa final de su vida declaraba a su favor, el
saldo total de su negocio recapitulador: “Doy
por ganado todo lo vivido y por vivido todo
lo soñado”. O quizás espiritualmente idéntico
al ánimo reconciliado de un Amado Nervo,
quién en su famoso poema concluía: “Amé,
fue amado, el sol acarició mi faz, vida nada
me debes, vida estamos en paz”.
Considerado el padre del la libertad con la condición de
muralismo en el mundo, un que abandonara el país.
6 de enero de 1974 moría en Su amigo, Pablo Neruda,
Cuernavaca, el artista azteca hizo gestiones para que viajara
David Alfaro Siqueiros, cuya a Chile con el fin de pintar un
obra está estrechamente rela- mural en la escuela donada
cionada con Chillán. por México a Chillán, que en
Los murales que David Alfaro 1939 había sufrió un devastador
Siqueiros pintó en la Escuela terremoto.
México deben ser para Chillán “El 6 de enero de 1974, a
uno de los bienes artísticos más las 10.17 horas, la comunidad
preciados en la actualidad. No cultural se estremeció con el
solo por el virtuosismo del fallecimiento del artista, cuya
pintor azteca, sino también muerte marcó el fin de una etapa
por el contexto en que fueron del muralismo mexicano. La
creados. Alfaro Siqueiros llegó residencia de Siqueiros, ubicada
a Chillán en una época política en Cuernavaca, Morelos, recibió
complicada para sus aspiracio- a diversas personalidades como
nes, y la ciudad (destruida dos Luis Ortiz Macedo, entonces di-
años antes por el terremoto rector general del INBA. Un día
más devastador de la historia) después se realizó un homenaje
le sirvió como refugio y fuente nacional en el Palacio de Bellas
inspiradora. Artes, en la capital mexicana,
El artista había sido encar- al que acudieron funcionarios,
celado en su país en mayo de intelectuales, estudiantes e inte-
1940 por el intento de asesinato grantes de diversos sindicatos
de León Trotsky, ideólogo de la para despedir al combativo
Revolución Rusa de 1917 que artista”, según consignó el diario
se había exiliado en la capital El Milenio, en una nota recor-
mexicana. Solo se le devolvió datoria del hecho.