Este año, así como ocurrió en 2021, persisten los buenos precios de otros cultivos anuales, y también persisten otros factores relevantes, como la crisis hídrica y las alzas de costos, principalmente de los insumos.
Precisamente, los mayores costos de los insumos, como los fertilizantes, sumado a la competencia de otros rubros, hicieron que la compañía elevara el precio a pagar por tonelada de achicoria desde los $42.500 en 2020 a $58.000 en 2021. Ello, como parte de un plan para consolidar su presencia en la zona como una alternativa para el futuro en el rubro.
Para este año se estima que la siembra comenzará a fines de agosto, y si bien no se conoce aún el precio de contratación, Vera destacó que en la definición del valor se incorporará la opinión de los productores.
No obstante, el ejecutivo adelantó algunas condiciones para la contratación de esta temporada 2022-2023, como el financiamiento con tasa de interés de 4,65% anual en pesos, 60 días libres de interés desde que se facturan los insumos y cobro de interés hasta el 28 febrero; también el financiamiento de equipos de riego; se mantiene el costo de la cosecha; flete sin costo hasta 170 kilómetros de la planta; y el pago en pesos o dólares a elección del agricultor.
“Aún no tenemos el precio, esperamos informarlo a mediados de mayo, pero previamente nos gustaría discutir nuestra propuesta con algunos representantes de los agricultores”, manifestó Vera.
En ese sentido, el profesional de Orafti Chile analizó que “esta temporada, en particular, ha sido especialmente desafiante, dadas las condiciones actuales de alza en costos de insumos y energía, de los precios del maíz y del trigo, y la disponibilidad especialmente de fertilizantes. Por lo mismo, hemos tomado tiempo para ser responsables y estudiar bien la mejor oferta que podamos hacer a nuestros agricultores”.
Al respecto, detalló que “los principales elementos en consideración han sido los que influyen en la utilidad de nuestro cultivo y de los que nos compiten en la zona, como el maíz grano, el trigo candeal, la remolacha, etcétera”.
“La variación en los costos totales -continuó- tomando en cuenta el valor de los fertilizantes, energía e insumos general, al cultivo de achicoria le afecta en un 26% en aumento en el costo general. Afortunadamente, este aumento no nos impacta tan fuerte como a otros cultivos, como por ejemplo, el maíz grano, que ha sufrido variaciones al alza cercanas al 50%”.
COSECHA EN ÑUBLE
La cosecha de achicoria ya comenzó y se estima que se extenderá hasta fines de junio o principios de julio.
Las 3.670 hectáreas a cosechar corresponden a 95 productores, y un 43% de la superficie se concentra en la región de Ñuble.
Consultado sobre las expectativas de rendimientos para esta temporada, Vera sostuvo que la estimación es de 53 ton/ha como promedio, “sin embargo, los resultados obtenidos hasta ahora muestran que tenemos un potencial mucho mayor”.
Y tiene mucha razón, de hecho, el rendimiento promedio en las cosechas de 2019 y 2020 llegó a 58 ton/ha, mientras que en 2021 bajó a 48 toneladas, debido principalmente a factores climáticos, como temperaturas más bajas en el verano y lluvias en agosto de 2020, que retrasaron la siembra.
Respecto al impacto de la escasez hídrica en los rendimientos, el profesional subrayó que el 100% de la superficie cuenta con riego tecnificado (75% con pivote y 25% con carrete) y que la achicoria es más resistente que otros cultivos anuales.
“La achicoria tiene la ventaja de soportar de mejor manera eventos críticos no prolongados de altas temperatura y escasez de riego, sin embargo, la sequía que viene avanzando desde el norte nos juega en contra, porque no siempre el agricultor tiene el agua disponible para entregar oportunamente el agua necesaria”, explicó, “pero comparativamente con otros cultivos, como remolacha y maíz, la achicoria industrial tiene una mayor tolerancia”, cerró.