En la reciente temporada, al igual que la anterior, el rubro debió enfrentar el problema de la escasez de temporeros, una pieza clave de la cosecha, que es intensiva en el uso de mano de obra. De hecho, un trabajador puede ganar hasta $80 mil diarios.
Y si bien la escasez de cosecheros es un hecho objetivo, el problema se hace más evidente debido a la entrada en producción de nuevos huertos, situación que se ha transformado en una constante en los últimos años, de la mano del boom de nuevas plantaciones que viene exhibiendo este rubro.
Actualmente en Chile existen más de 56 mil hectáreas de plantaciones de cerezas distribuidas desde Ovalle, por el norte, hasta Chile Chico, por el sur.
En Ñuble, el cerezo también se ha convertido en uno de los favoritos a la hora de invertir, destacando las variedades Lapins, Bing, Sweetheart, Regina y Santina. Ejemplo de ello es el campo de Felipe Muñoz, en Rinconada de Cato, comuna de Chillán (en las imágenes).
Según el Catastro Frutícola de 2019, en la región existen 1.600 hectáreas de esta especie, ubicándose como la tercera especie en superficie -después del arándano y el avellano europeo-, aunque los expertos coinciden en que esa cifra fue superada ampliamente, excediendo las 2 mil hectáreas, concentradas principalmente en Quillón, Chillán, San Carlos, Coihueco, Bulnes y San Nicolás.
Entre los principales desafíos del sector están: diversificar variedades, pues hoy más de un 70% de las exportaciones son de la variedad Lapins; ampliar la ventana productiva extendiendo el periodo de cosecha con variedades más tardías; focalizar los esfuerzos en la calidad de la fruta en su vida postcosecha; y diversificar los mercados de destino, ya que el 91% de los envíos se dirigen a China.