“Las actividades agrícolas representan más de un 80% del consumo de agua dulce en Chile, y, debido a la sequía y la mayor frecuencia de adversidades climáticas, se ha visto hace un tiempo que la fruticultura se está moviendo progresivamente hacia el sur. Como la sequía este año ha cobrado mayor relevancia en la agenda, se está discutiendo más cuáles son las alternativas para poder lidiar en una agricultura donde va a haber una mayor demanda de agua, porque las temperaturas van a ser más altas, pero también menor disponibilidad del recurso, porque las precipitaciones van a la baja, entonces, dentro de las posibilidades que se plantean están hablando, por ejemplo, de desalinización del agua, de mover los cultivos hacia el sur, pero el problema es que en el sur, donde quieren mover los cultivos, los modelos de cambio climático establecen que para los próximos 30 años nosotros (Ñuble y Biobío) vamos a ser igualmente afectados por un déficit importante de precipitaciones. Entonces, tampoco es que la fruticultura se esté moviendo desde un lugar donde hay déficit a uno donde no lo hay, sino que se van de un déficit muy grande, a un lugar donde hay un déficit importante y que en el futuro ese déficit se va a incrementar. Y cabe hacerse la pregunta si en un país pequeño como el nuestro, hay más espacio para seguir moviéndose a medida que se agotan los recursos”.
A partir de ese escenario, el investigador planteó que “en la medida que estas nuevas explotaciones agrícolas no vengan con innovaciones en el uso del agua, de evitar la erosión del suelo, del punto de vista de preservar los agroecosistemas más tradicionales o los ecosistemas naturales, nosotros vamos a tener, en un tiempo mucho más acelerado, los problemas que se están viviendo en el norte”.
¿Es arriesgado decir que hoy la fruticultura no es una industria sustentable?
No, yo creo que la fruticultura es una industria sustentable, pero hoy la sustentabilidad no es suficiente, recién hoy estamos hablando de sustentabilidad, pero ésta debe ser la base para la fruticultura chilena. Entonces, en cierta manera, decir que la fruticultura debe ser sustentable es como decir que los huertos deben producir frutas; la fruticultura debe ser sustentable, y si bien la actividad frutícola ha dado grandes pasos en función de eso, hoy se debe ir más rápido, pues el tiempo ya se nos acabó.
En nuestro país, nosotros ya nos consumimos antes de terminar el año los recursos naturales del año completo, entonces, en un escenario como ése, la sustentabilidad no basta, hay que ver qué hacemos para regenerar aquellos lugares donde nosotros hemos erosionado el suelo o contaminado las aguas, donde le hemos quitado la capacidad a los mismos agroecosistemas de tolerar de forma natural las inclemencias que el clima hoy nos está generando, entonces, la agricultura y la ganadería deben ser más bien una actividad que esté orientada no solo a la sustentabilidad, sino que también a la regeneración, en ese tema estamos al debe. Un ejemplo claro es el impacto que se tiene sobre el Amazonas, en donde el desarrollo del cultivo de la soya ha destruido en tres años más de 70 mil kilómetros cuadrados de selva. La pérdida de esta superficie significa una menor capacidad del planeta entero para lidiar con el cambio climático y sus efectos.
Riego deficitario
En cuanto al agua, se pueden identificar hartos esfuerzos, por ejemplo, en uso eficiente del agua, control de la evaporación, sistemas de riego tecnificado, revestimiento de canales para evitar pérdidas, incluso el desarrollo de variedades tolerantes al estrés hídrico. ¿Eso es el camino correcto?
Yo creo que ese camino ha generado grandes avances en gestión del agua intrapredial, avances de los que podemos estar orgullosos como sector silvoagropecuario. Sin embargo, este camino ya no es suficiente, pues ahora un sistema de riego más eficiente no funciona adecuadamente si no hay agua disponible para regar debido a la sequía. La Ley de fomento al riego, ley 18.450, es una ley que tiene más de 30 años, entonces, hoy, por ejemplo, la fruticultura mediana y grande cuenta en su gran mayoría con riego tecnificado gracias a esa ley. Por otro lado, la pequeña agricultura, desde ese punto, no ha podido aprovechar de manera similar estos estímulos, pues aunque puedan contar con riego tecnificado, a veces no tienen agua suficiente que aplicar y aprovechar esta mayor tecnología para obtener una mejor rentabilidad. Sí hay un atraso importante, por ejemplo, en cultivar especies frutícolas donde tienes el agua suficiente para poder regar de acuerdo a sus necesidades hídricas específicas, entonces, hay que repensar un poco la fruticultura. Por ejemplo, bajo la perspectiva actual, el negocio de cultivos tropicales, como las paltas, que requieren de mucha agua de riego no resulta sostenible en el tiempo, especialmente en lugares donde no hay agua y en donde hay que llevar camiones aljibe para sostener la vida de las personas, y creo que tampoco es sustentable desde el punto de vista de la pequeña agricultura de aquellas zonas; al final, esto tiene que ver con la sobreexplotación de acuíferos, entonces, si esto crece de manera indiscriminada, hay que pensar que cada vez que desvías agua para la agricultura se la estás quitando a otro uso, ¿cuál es ese otro uso que tenía? ¿Es agua que se va al mar y que se pierde? No, no es agua que se pierde, es agua que sirve para mantener ecosistemas naturales, por ejemplo. Cuando la gente va por el camino y ve un montón de espinos, esos son ecosistemas naturales que están adaptados, y que más allá de los espinos, sostienen fauna, sostienen bacterias, sostienen insectos, polinizantes nativos, y todo eso, cuando uno lo elimina y pone un huerto o un predio ganadero, y no toma medidas regenerativas que, en cierta manera, amorticen o consideren la pérdida que significa poner un agroecosistema, está básicamente acelerando un cambio climático y la desertificación, que al final, nos va a dar pan hoy pero hambre para mañana, porque con esta depredación sin regeneración, estamos aplicando un modelo muy poco sustentable, porque te estás moviendo de zonas que ya las depredaste, un poco lo que pasó con la Cordillera de la Costa con la Fiebre del Oro y el cultivo de trigo.
Profesor, ¿me está diciendo que los monocultivos son depredadores de ecosistemas?
Lo que estoy diciendo es que, cuando tú estableces un agroecosistema hay un impacto ambiental, y que la manera convencional de establecer un monocultivo implica la mantención de una sola especie vegetal, el monocultivo, y ojalá sin mayor diversidad, pues son consideradas como malezas o plagas. Por lo tanto, el impacto ambiental que hay al establecer un monocultivo tiene que ser considerado, porque hoy nos estamos gastando recursos naturales que no tienen una rápida renovación, como por ejemplo, el suelo. Entonces, no basta simplemente con desarrollar una actividad sustentable, sino que hoy tienes que enfocarte en una actividad sustentable, por obligación. En este contexto, la fiscalización ambiental debe ser considerada no como una traba o más burocracia, sino como una oportunidad para mejorar un negocio cuya mantención en Chile es vital para la economía. Consecuentemente, este negocio no se puede mantener en el tiempo sin recursos naturales. Es finalmente, no solo una estrategia ambiental, sino una estrategia de negocios a largo plazo.
¿Y cómo lo aseguramos?
Primeramente, siendo eficientes.
¿Y eso se está haciendo?
Sí, cada día hay una mayor preocupación de los agricultores por ser eficientes, pero es imprescindible incorporar nuevas tecnologías que aumenten la eficiencia en la captación y uso de los recursos. Por ejemplo, el manejo de agua intra predial en huertos y viñedos aún tiene importantes desafíos que alcanzar. Regar cuando el cultivo lo requiere y no por calendario. Aprovechar de mejor forma el agua de reserva en los suelos durante la primera etapa de crecimiento y desarrollo de los huertos. Muchas de estas prácticas requieren del uso de tecnologías como las sondas de humedad de suelo, las estaciones meteorológicas o de equipos de medición fisiológica del estado hídrico en los cultivos. Lamentablemente, el uso de estas tecnologías no es necesariamente el correcto o no está tan extendido. Por ejemplo, el uso de sensores de humedad de suelo pretende usar una estación de medición para predios cuya variabilidad espacial en propiedades físicas es enorme, entonces, la tecnología no es bien empleada. Otro ejemplo son las estaciones para medir evapotranspiración, las cuales tienen que tener ciertas condiciones mínimas de establecimiento y mantención que son muy estrictas para no terminar sobre-regando. En este aspecto, las empresas que comercializan estos equipos no prestan mucha atención a esto último, y es muy común ver estaciones meteorológicas al lado de la caseta de los guardias, o en los mismos predios, lo cual no sirve para estimar con precisión los requerimientos hídricos.
Por otro lado, la urgencia de ser eficientes en el manejo del agua depende de la experiencia de tener o no agua en el predio, más que la situación de la cuenca. Así, si cuentas con suficientes acciones de riego y un pozo muy profundo, puede ser que no sientas la sequía, y tu actitud a ser más eficiente no reviste la urgencia que debiera tener. De esta forma, uno puede ver en varios huertos frutales que se está regando con un 20-30% más que de la demanda hídrica máxima. Son huertos que hoy tienen tecnificación de riego, sensores de humedad, que tienen estaciones meteorológicas para evaluar evapotranspiración, pero que siguen utilizando tasas de reposición que son excesivas. Por ejemplo, el CER y nosotros (Agronomía UdeC) hicimos un estudio en kiwis, que es uno de los cultivos que más agua consume, entre O’Higgins y Ñuble, y establecimos que, en seis huertos comerciales elegidos al azar, el nivel de sobre riego estaba más allá del 40%, es decir, si todos los huertos de kiwis estuvieran con ese sobre riego, el consumo de agua sólo del sobre riego equivaldría al consumo anual, por lo menos, de 1 millón 500 mil personas en Chile.
Por lo mismo, estrategias como el riego deficitario controlado, que significa regar bajo la demanda máxima de los cultivos, y que tiene todo sentido en nuestra situación actual, y que se ocupa en países desarrollados, como EE.UU. (California, Oregon y Washington), España e Israel, hoy en Chile, la verdad es que en fruticultura recién se está empezando a considerar.
¿Eso es como tener a la planta estresada todo el año?
No, lo que tu mencionas es secarla sin ningún tipo de control. El riego deficitario controlado es una práctica de riego en que tú aplicas agua artificialmente por debajo de la demanda máxima, evaluando el nivel de estrés hídrico de las plantas con herramientas objetivas. Estamos hablando, por ejemplo, de la cámara de presión (Bomba de tipo Schölander), o sensores de humedad de suelo, como opción alternativa, donde tú puedes ver el nivel de estrés hídrico de la planta o el estado hídrico del suelo, y en función de ese nivel de estrés o ese nivel de déficit, tú generas una práctica de riego. De regar menos para obtener beneficios, y el beneficio va desde el ahorro de agua hasta generar una mejor calidad en la fruta, o una mayor facilidad de cosecha o una menor incidencia de enfermedades; y esas prácticas se utilizan en otros países en forma regular, pero en Chile todavía no se están utilizando de manera tan importante, hay mucha desconfianza, en parte porque quienes asesoran en técnicas de riego no son especialistas en esta materia. Es sorprendente este último aspecto, en gran cantidad de predios, los huertos tienen consultores especialistas en nutrición vegetal, otros en plagas o enfermedades, pero el riego es algo que se ve más como una práctica ya resuelta. La verdad es que aún nos falta muchísimo para entender que el principal promotor del crecimiento y desarrollo de un huerto es al agua, y como tal, lo que haga yo con ella requiere de conocer con precisión cuando y cuanto aplicar. Por ejemplo, nosotros con riego deficitario controlado hemos sido capaces desde mejorar la uniformidad de color hasta mejorar la calidad en postcosecha de la fruta.
Evaluación ambiental de proyectos
¿Cómo ve la propuesta de que los proyectos de monocultivos se deban someter al sistema de evaluación de impacto ambiental? ¿Es una buena idea?
Absolutamente; hoy nadie pensaría instalar una salmonera sin presentar un estudio de impacto ambiental. Creo que la agricultura en Chile tiene una importancia económica tal que requiere también de este tipo de consideraciones, pero nuevamente, es importante verla como una oportunidad para lograr estándares adecuados que permitan seguir haciendo agricultura en Chile, no como una amenaza. Si vemos los recursos naturales como un bien económico inagotable, nuestra agricultura tiene lamentablemente una fecha de expiración, tal como ocurre con un yogurt. En esto quiero ser majadero, es una oportunidad para crecer, no una amenaza.
¿Y por qué no se ha hecho entonces?
A veces se ve a la agricultura como una actividad que, por manejar recursos naturales, como plantas o animales, no genera externalidades negativas, que uno trabaja con y en la naturaleza, pero eso no es tan así. El establecimiento de un agroecosistema convencional tiene como objetivo principal el producir un beneficio a las comunidades humanas, y esto significa que el ecosistema natural ya no existe en donde realizamos agricultura. Por lo tanto, debemos pensar en cómo realizar una agricultura en donde no solo sea importante producir, sino también reducir el impacto sobre los ecosistemas naturales. Esto es relevante, pues la domesticación de los cultivos generó una pérdida de la biodiversidad que ha mermado la capacidad de los mismos agroecosistemas de lidiar con el cambio climático. Es como decidir que prefiero tener un sistema inmune fuerte que prevenga la enfermedad o estar tomando remedios toda la vida. Pensar en una agricultura regenerativa es pensar en fortalecer el sistema inmune, aun cuando pueda requerir de insumos externos para ciertas ocasiones.
Nuevamente, la posibilidad de contar con estudio de impacto ambiental nos da la posibilidad de adelantarnos a los problemas y mantener el negocio agrícola donde ha estado por siglos en Chile. En este sentido, otra pregunta relevante es si Chile, siendo un país tan chico, ¿tiene más suelos agrícolas donde cultivar frutales o cereales? ¿tiene realmente condiciones climáticas en Chile donde se puedan seguir moviendo hacia lugares con disponibilidad de agua? Y la respuesta es que no. No puedes mover todas las hectáreas frutales a sectores donde hoy hay agua, porque no te va a alcanzar, porque los suelos no son adecuados, porque los climas no son adecuados, porque las especies que cultivamos de repente requieren otras condiciones climáticas, porque en los mercados donde Chile se ha hecho famoso ha sido por su fruta de calidad, entonces, no podemos mantener esa calidad si estamos pensando en movernos hacia el sur cada vez que tenemos problemas en el norte. Estos estudios de impacto ambiental que se ven como una amenaza, más bien son una ayuda, porque lo que permiten justamente es desarrollar una actividad agrícola que realmente esté en función de los nuevos tiempos que vivimos, y esos nuevos tiempos significa, básicamente, darle sustentabilidad al negocio.