- ¿Qué lecciones para el futuro deja en el mundo agrícola de Ñuble esta pandemia? Estoy pensando que el cierre de las economías reabrió el debate sobre la capacidad del país de autoabastecerse de algunos productos de la dieta básica.


La pandemia dejó en evidencia nuestra fragilidad y la importancia de la seguridad alimentaria y el rol estratégico que la agricultura tiene para ello. Una agricultura que tenga (i) un tamaño mínimo crítico, (ii) una oferta de conocimiento y tecnología para nuestros agricultores y la capacidad de “rápidamente” hacer cambios de estrategia agroalimentaria, (iii) variabilidad biológica y disponibilidad de material genético (semillas, variedades) adaptado a las condiciones edafoclimáticas nacionales, y (iv) estructura pública con robustez operativa y financiera; podrá alcanzar en forma permanente y en períodos de crisis estándares mínimos de seguridad alimentaria y nutrición de la población, y –muy importante- atenuar la especulación de precios que suelen ocurrir en períodos como el actual. En Ñuble, su situación no es muy distinta al resto del país, favoreciéndose en alguna medida por la diversidad de su oferta agrícola y su ubicación geográfica, pero desfavoreciéndose por su escaso liderazgo nacional en rubros específicos y su evidente rezago en infraestructura e inversiones. Los desafíos para los sectores público y privado de Ñuble son de gran consideración.

- ¿Debiese existir una política pública que apunte a fortalecer ciertos rubros estratégicos, por ejemplo, las legumbres, el trigo, el arroz, la leche y la carne, que hoy aparecen notablemente disminuidos en producción respecto de 40 años atrás?


Guste o no, el agro está inserto en la más relevante política pública económica del país en los últimos 35 años, la apertura a mercados globales vía tratados comerciales que eliminan o delimitan trabas al intercambio de bienes, servicios y capital. Por otra parte, es cierto que rubros estratégicos o tradicionales han experimentado merma de superficies, menos rentabilidad y pérdida de productores, como efecto colateral de la política global. Sin embargo, en el país y en el Minagri, en tanto acciones de política, existe hoy institucionalidad de apoyo a rubros estratégicos; por ejemplo, hay comisiones o mesas en que los sectores público y privado confluyen en soluciones y estímulo a sus rubros; ejemplos de éstas son carne bovina, cereales, cultivos industriales, leguminosas, papas, leche y derivados, hortalizas frescas y vinos. Ahora, sincerando el escenario, no es esperable una política de intervención estatal con fijación de precios, restricciones a la importación u otra que, potencialmente, afecte el intercambio agrícola de estos productos transables en que no somos un actor relevante. No obstante, y con motivo de la pandemia, parece evidente profundizar la política pública perfeccionando, por ejemplo, el accionar de comisiones y mesas, pero, más trascendente aún, incorporar en la política agrícola objetivos más amplios que aquellos del interés de los agricultores, que exceden lo productivo-comercial, como es la discusión seria del rol en la seguridad alimentaria de toda la población que pueden imprimir estos rubros, dada la importancia del tema que emergió por la pandemia, y que, pasada la urgencia, no debiera quedar en un plano secundario nuevamente.

- ¿Qué instrumentos de apoyo al sector productivo debieran considerarse de cara al objetivo de aumentar la producción de bienes agrícolas estratégicos?


La institucionalidad de apoyo, cuya pertinencia es perfectible y su burocracia atenuada, es relativamente robusta, con organizaciones crediticias o subsidiarias como Corfo, Indap, Odepa, ProChile, Gobiernos Regionales, entre otros. Más allá de hacer un listado de instrumentos, éstos debieran abordar -mínimo- las áreas de (i) tecnologización, eficiencia productivo-económica y diversificación agrícola, (ii) sustentabilidad de ventas, comercialización y marketing, (iii) inversiones y capital de trabajo inicial y (iv) conectividad, digitalización e internet. Buena parte de los instrumentos actuales en rubros estratégicos abordan tecnologización. Muchos emprendimientos que fracasan, no lo hacen por aspectos técnicos, sino por falta de sustentación comercial y de marketing, por esto la relevancia del apoyo en estas materias. La limitación de capital de inversión y capital de trabajo inicial ha sido atendida en diferente grado, pero el escenario pandémico y pospandémico hacen que, con seguridad, sea ya un área especialmente limitante para incrementos de producción. Por último, aspectos de digitalización e internet, aunque no estarían especialmente rezagados hoy en Ñuble, sí serían críticos pensando en mayor competitividad futura de rubros estratégicos; por ejemplo, internet debe mejorar en calidad y cobertura regional y el uso de smartphones, masificarse como herramienta de gestión en agricultores pequeños y pymes.

Agregación de valor


- El año 2020 cerró con una importante alza de las exportaciones agrícolas de la región de Ñuble, sin embargo, sigue pendiente el prometido desarrollo agroalimentario y la agregación de valor a la producción. ¿Cree usted que la región está avanzando hacia ese objetivo o se está alejando?


Primero, se debe tener en cuenta que, si bien Ñuble posee una tradición e importante actividad agrícola, es aún la actividad forestal la principal generadora de divisas vía exportación. Luego se ubica el sector agrícola, sin que prácticamente no haya más actividades económicas exportadoras. Además, debe mirarse con cautela las cifras de exportación durante la pandemia, pues sin duda están afectas a la variabilidad que han experimentado los mercados de destino, en volumen y precios. No obstante, deben reconocerse dos cosas: (i) no todos los sectores de la región tienen el mismo nivel de agregación de valor y diferenciación de la producción; sectores como la agroindustria hortofrutícola (berries) y algunos cultivos anuales están en mejor pie, (ii) la separación de Ñuble desde la antigua Región del Biobío, dejó –para bien o para mal- en evidencia en términos generales el rezago en infraestructura de Ñuble para sustentar y viabilizar a gran escala el “prometido desarrollo agroalimentario”. Sin un avance sustantivo en desarrollo tecnológico e infraestructura productiva y logística, no es posible pensar en un avance significativo del sector. El punto es que se requiere atraer inversión pública y privada, profesionales de alto nivel y personal calificado, y aquello no es fácil si no se tienen mejores condiciones o servicios de salud, educación, administración del Estado, conectividad, energía, vivienda, etc. Un ejemplo revelador del rezago de Ñuble es su déficit de infraestructura de grandes y medianas obras civiles para riego, sin comparación con sus regiones vecinas. No obstante, la instauración de Ñuble como región y la existencia ya de instrumentos como la Estrategia Regional de Desarrollo de Ñuble, son pasos clave y muy valiosos. Luego, el desafío, importante de por sí, será aún mayor pospandemia, y la relación de los sectores público y privado deberá ser necesariamente fluida, proactiva, virtuosa y no reactiva.

- ¿Qué herramientas de atracción de inversiones se debiesen explorar o implementar en la región para agregar valor a la producción agrícola?


Un incentivo son los beneficios tributarios de carácter nacional más que sectorial; sin embargo, hay incentivos interesantes para Ñuble como créditos tributarios a la inversión en I+D, estudios de preinversión con subsidios no reembolsables, cofinanciamiento en implementación de inversiones tecnológicas, bonificación de mano de obra, etc. En pequeños y Pymes, Indap ha dispuesto incentivos exitosos vía créditos reembolsables total o parcialmente, y subsidios, con fondos propios u operando fondos de terceros. Un lógica no muy desarrollada, e interesante para Ñuble, es el apoyo a inversiones, no solo por indicadores de rentabilidad, sino por propósito o según el titular del proyecto, por ejemplo, proyectos en: seguridad alimentaria y nutrición, erradicación de la pobreza rural, igualdad de género, empoderamiento de jóvenes agricultores, resiliencia y conservación de recursos naturales, integración de etnias, uso no destructivo de patrimonio cultural, productos naturales, técnicas de conservación del suelo, sistemas agrícolas inocuos, etc.. En último término, cabe señalar el preocupante rezago de Ñuble en inversiones en riego, energía y agroindustria, y el limitado aporte de la banca privada regional al desarrollo agropecuario local pues, según la CMF, en febrero de 2020 (antes de la pandemia) el 55% del valor de sus créditos fue a hipotecarios y consumo, un 3,3% a proyectos frutícolas, 2,4% a industria de alimentos y solo un 1,1% a la industria manufactura; por tanto, no es aún un actor relevante – y necesario- en el desarrollo agroalimentario de la nueva Región de Ñuble.

Digitalización


- Un desafío que impuso esta pandemia es el de la digitalización. ¿En qué pie ve al agro local en materia de digitalización y dónde observa las mayores brechas?


La digitalización tiene que ver básicamente con acceso a más información, instantánea, precisa, pertinente y de menor costo. Ayuda a tomar mejores decisiones intra y extra predial, con mejores resultados productivos y rentabilidad; es decir, mejor posición competitiva en mercados. Estamos en medio de un shock (la pandemia) que ha tenido impactos en el proceso productivo y la economía de Ñuble. En términos de digitalización, subsisten en Ñuble realidades dispares, no muy distintas a otras regiones, con sectores – por ejemplo empresariales y en diversos rubros- que ya venían con cierto nivel de tecnologización digital intra predial (operativa) y extra predial (información y aplicaciones) que con bastante seguridad han soslayado mejor la crisis; pero hay productores –por ejemplo, pequeños o muy distantes geográficamente- que no están aún con estándares de digitalización adecuados y, por tanto, no habrían podido enfrentar la crisis de la misma forma. Como ejemplo, estudios económicos de INIA Quilamapu han observado que en sectores rurales de Ñuble la presencia de celulares tipo smartphone es masiva, pero la utilización de aplicaciones productivo-económicas con esos equipos es casi inexistente. Luego, y dado que la penetración de la digitalización permanecerá pasada la pandemia, los desafíos para incorporar más agricultores al proceso de recuperación económica y, “emparejar la cancha” serán más acuciosos aún. Un factor clave es mejorar la calidad y cobertura del acceso a internet en sectores rurales que los proveedores actuales ofrecen.