Riego tecnificado


Ramón Cardemil sostuvo que el riego tecnificado es un factor importante. “Esto es relevante, considerando que esta temporada 21-22, estamos aumentando la superficie de riego tecnificado nacional de un 71% a un 83% y particularmente en la región de Ñuble, estamos alcanzando un 84%, lo cual nos tiene muy contentos y expectantes para la producción de la próxima cosecha”.

El ejecutivo indicó que “el área de Producción Agrícola de Empresas Iansa, hace bastante tiempo ha impulsado fuertemente la introducción de la más alta tecnología en el manejo de la remolacha, principalmente el riego tecnificado, donde pasamos desde el año 2000, con el 10% de la superficie de remolacha tecnificada, a sobre el 80% actualmente. Esto ha impactado no solamente en el aumento de rendimientos, sino que, además, se ha triplicado la eficiencia del uso de este tan escaso recurso hídrico. Por otra parte, se ha avanzado fuertemente en el control de plagas, enfermedades y de malezas, aumentando el control y con menor carga de agroquímicos. Todo lo anterior, además, ha impactado muy positivamente en un manejo sustentable del cultivo”.

Detalló que “tenemos implementado sistemas de monitoreo a través de sensores instalados en los equipos de riego, los cuales, a través del envío de información vía GPRS nos alerta cualquier mal funcionamiento, además de ver en línea la cantidad de agua o lámina de agua en milímetros que está aportando el sistema de riego al cultivo en relación a la recomendación técnica”. Y añadió que “esto, complementado con imágenes satelitales de todos los cultivos, donde podemos ver el nivel de estrés y poder orientar o priorizar nuestra asistencia técnica. Toda esta información se visualiza y gestiona a través de nuestra Torre de Control, la cual está ubicada en nuestras oficinas de Chillán”.

“Esto se suma a algo crucial -continuó Cardemil-, que es el asesoramiento personalizado a los agricultores, de cómo, cuándo y cuánto regar. Esto ha sido fundamental para poder hoy decir que estamos enfrentando las frecuentes sequías de la mejor forma, dando estabilidad a los agricultores tanto en su decisión de siembra, como en sus rendimientos. Estamos convencidos que es el camino para la agricultura en general y los espacios de mejora siguen estando, como es seguir avanzando en nuevas y mejores tecnologías, incorporación de monitoreos, sensores de humedad, etc.”.

“También en avanzar en los apoyos de subsidios estatales a distintas mejoras en el aumento de la eficiencia de uso del agua”, dijo el profesional, sin aludir directamente a la discusión por la extensión de la Ley 18.450 de fomento al riego.

Competitividad


Cardemil comentó que “hubo varios agricultores que estuvieron sobre las 150 toneladas por ha. Esto es muy positivo, ya que demuestra el gran potencial del cultivo, el cual a nivel de ensayos sobrepasa las 200 toneladas por ha. Además, representa cómo un manejo eficiente asociado a la alta tecnología del cultivo tiene como resultado posicionar a la remolacha como unos de los cultivos anuales más rentables”.

Una afirmación que cobra especial relevancia en un año en que otros cultivos anuales han alcanzado muy buenos precios, como los granos y las semillas, por ejemplo, los que han tentado a varios remolacheros a probar suerte tras las amargas experiencias que han significado los cierres de las plantas de Los Ángeles, el año pasado, y Linares, en 2018.

Precisamente la competencia de otros cultivos obligó a Empresas Iansa a mejorar su oferta para esta temporada 2021-2022, en la que aumentaron el precio a pagar, desde US$46 a US$48,5 por tonelada, además de otros incentivos que buscaban frenar una nueva fuga de productores, luego de la reducción de 26% de la superficie contratada en 2020-2021. Sin embargo, lograron contratar solo 7.022 hectáreas, la cifra más baja en más de 40 años, anotando una disminución de 15,2% respecto a las 8.282 hectáreas de la temporada 2020-2021.

Aunque la meta era, al menos, mantener la superficie de la campaña anterior, en la firma no se desaniman y siguen apuntando al largo plazo. “Nos deja satisfechos por haber logrado de las mayores superficies de los cultivos con contrato de la zona, considerando que factores relevantes como la fuerte competencia con el histórico alto precio del maíz grano y la actual sequía, fueron factores que muchos agricultores tuvieron que sopesar”, expresó Cardemil. A lo que añadió: “Seguimos con el objetivo de contratar entre 8.000 y 9.000 ha en las próximas temporadas desde las regiones del Maule a la Araucanía”.

Apuesta de largo plazo


Para Alejandro Parra, fue una buena temporada. “Tuvimos un buen año en términos de rendimientos, así es que quedamos bastante conformes con el resultado de la última cosecha. Nosotros llegamos a 136 toneladas limpias. El año pasado tuvimos 122 ton/ha.”, afirmó.

El director de la Fenare sostuvo que “hay varios factores que inciden en el rendimiento: la temperatura promedio, las horas frío, la cantidad de agua que uno logra aplicarle al cultivo, aparte del riego, lo que llueve, condición del suelo en términos de siembra, emergencias parejas, entre otros. Lo que sí es cierto es que Iansa ha hecho un desarrollo de variedades genéticas que han empujado mucho el rendimiento hacia arriba, y eso ha sido súper beneficioso para los agricultores, porque, en general, hay una renovación permanente de las variedades que se siembran, que permiten ir apostando a mayores rendimientos de manera constante”.

Al analizar la temporada que concluyó, el agricultor planteó que “dentro de lo que uno puede manejar, está una óptima preparación de suelo para el momento de la siembra, y eso es fundamental. Hicimos algunas labores distintas a las que hacíamos en años anteriores, que básicamente tienen que ver con profundizar más el suelo, y el tema de las nuevas variedades; y de lo que uno no puede manejar, en general fue un año en que tuvimos lluvias muy benévolas, en los momentos precisos en que el cultivo más lo necesita, y por otro lado, en general, las temperaturas también ayudaron, porque no fue tan caluroso el verano pasado, y eso ayuda a que se mantenga mucho más tiempo la humedad en el suelo, a pesar de que hubo menos pluviometría de lo que uno hubiera esperado, y esa humedad tiene un impacto directo en el crecimiento de la raíz, y por ende, en los rendimientos”.

Parra comentó que para la presente temporada 2021-2022 aumentó la superficie sembrada, algo que obedeció, en parte, a la rotación en el campo, pero que también tuvo que ver con los buenos resultados. “Efectivamente, cuando uno obtiene un buen rendimiento, naturalmente que se entusiasma con el cultivo, pero, por otro lado, favorece que hay algunas condiciones de parte de la empresa, en términos del valor que pagan por tonelada, y por otro lado, el tipo de cambio. Éste es un contrato de compra que está en dólares, entonces, por supuesto que, al tener seguridad de compra, por un lado, precio fijo, y por otro lado, un tipo de cambio alto, lo hace bastante más atractivo que un cultivo que uno tiene que salir a vender después spot al mercado”, explicó.

Respecto al riego, admitió que tiene cierto nivel de tranquilidad porque dispone de pozos, pues afirmó que “los agricultores que dependen de cursos superficiales de agua o incluso de pluviometría, hoy es bastante arriesgado jugarse a obtener solo por ese efecto los milímetros de agua que requiere un cultivo como la remolacha”.