El cambio climático ha impuesto el desafío de implementar medidas para mitigar sus graves consecuencias. La sequía, el calor, los incendios forestales, los cambios de los patrones de lluvias, entre otras amenazas, afectarán severamente nuestros estilos de vida. Este cambio llegó para quedarse y ya se observa una disminución en la productividad del campo impactando la producción de alimentos. Se pronostica que para el 2050 la temperatura podría aumentar entre 2-6°C, las precipitaciones disminuirían en un 60% en la zona central del país y aumentarán un 20% en las regiones extremas. Esto provocará una disminución de agua; una merma en los rendimientos y calidad de la producción elevando el precio de los alimentos; cambios en la condición fisicoquímica y biológica de los suelos afectando el tipo de cultivo.
Al mismo tiempo, el aumento de la población, como el cambio en su estilo de vida, sigue impulsando la demanda por más alimentos y modificando las preferencias nutricionales de las personas. Se requiere producir más alimentos para una población creciente. De hecho, en Chile, en los últimos 50 años, la población ha aumentado en casi diez millones de personas, pero se mantiene la misma pequeña y limitada cantidad de suelos agrícolas arables.
En este contexto, es necesario adaptarse a estas condiciones y fortalecer la seguridad alimentaria de los chilenos garantizando el acceso físico y económico permanente a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades y preferencias a fin de llevar una vida activa y sana.
“Entre las funciones de nuestra agrupación, proponemos Implementar una plataforma de análisis estratégico de la biotecnología, analizando tendencias globales, normativas y oportunidades para el país que favorezcan la modernización, innovación y competitividad de la producción local y exportaciones agrícolas del país”, afirmó Claudia Stange, académica de la Universidad de Chile y presidenta de la Sociedad de Biología Vegetal de Chile.
Incentivar el desarrollo de proyectos de investigación básica de mejoramiento genético vegetal y biotecnología de relevancia para Chile y apoyar la generación de nuevas variedades vegetales a través del mejoramiento genético basado en biotecnología, inteligencia artificial, economía circular, apoyando el desarrollo rural y la agricultura familiar del país, también son aspectos fundamentales que esta agrupación quiere promover.
“También queremos participar en la discusión técnica nacional e internacional y en las instancias en que acuerdos y tratados con otros países lo ameriten transmitiendo de forma transparente la posición de Chile sobre estos temas”, sostuvo Patricio Arce, académico e investigador de la Pontificia Universidad Católica de Chile. “También buscamos promover el vínculo con la sociedad, comunicando eficientemente, y acercando el futuro y la innovación tecnológica a la ciudadanía en el contexto de la agricultura y la producción de alimentos”, agregó.
Por su parte, Simón Ruiz, académico de la Universidad de Talca destaca sobre el rol que debe tener la academia en las discusiones sobre seguridad alimentaria de los chilenos: “Proponemos una política pública de largo plazo basada en el fitomejoramiento y biotecnología que permita tanto fortalecer la seguridad alimentaria de los chilenos como a su vez asegurar una oferta de calidad a los exigentes y distintos mercados de destino de las exportaciones silvoagropecuarias de Chile”, comentó.
“Nuestra agrupación queda a disposición y se compromete a contribuir en la discusión, análisis y planificación de políticas aplicables al desarrollo de la producción agrícola nacional, con el objetivo de avanzar hacia una agricultura sostenible, adaptándose al cambio climático, y utilizando herramientas biotecnológicas en el contexto del mejoramiento genético vegetal”, completó Claudia Stange.
Seguridad alimentaria
Por su parte, Sofía Valenzuela, subdirectora del Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción, reflexionó sobre el impacto que tendrá el calentamiento global en el país. “El avance de la sequía en el centro-sur del país, escasez de agua, suelos degradados, nuevas plagas, condiciones climáticas extremas, impacta directamente en la producción de alimentos para la sociedad chilena y de paso, su salud”, sostuvo.
Valenzuela añadió que “por años hemos planteado la necesidad de reforzar las capacidades para continuar la investigación e iniciar nuestros propios programas de mejoramiento genético de cultivos agrícolas y forestales que se adapten a este escenario extremo. Tenemos el punto de partida, profesionales altamente capacitados, acceso a tecnologías e infraestructura en centros de investigación, universidades y en algunas empresas. ¿Qué nos falta? La primera respuesta es mayor inversión en investigación y desarrollo, pero no es todo. Si queremos tener una mayor seguridad alimentaria, debemos no solo invertir más en I+D, sino también legislar responsable e informadamente sobre estos temas. La biotecnología cuenta con herramientas que nos permitirán tener cultivos más tolerantes a sequía, que consuman menos agua, que resistan a patógenos, que tengan mayor valor nutricional, que crezcan en suelos salinos, solo por mencionar algunos beneficios y ventajas. También serán de enorme valor para proteger nuestras especies nativas, conocer su valor genético, salvar especies en peligro de extinción, conservando y protegiendo a nuestra biodiversidad”.
La investigadora planteó, además, que “encontrar respuestas en conjunto entre todos los actores para co-construir alternativas sostenibles, primero requiere la posibilidad de diálogo. El uso de cultivos derivados de biotecnología, pueden co-existir con la agricultura convencional y orgánica, como ocurre en otros países, incluidos nuestros vecinos”.
“Nuestra misión es generar una institucionalidad en biotecnología, que vele para que contemos con las condiciones que nos permitan como país contar con cultivos mejorados por biotecnología para nuestro país, lo que ante el escenario actual se hace urgente, si nos queremos adaptar al nuevo escenario del cambio climático y no pasar a ser dependientes de cultivos agrícolas y forestales, en el mediano plazo”, advirtió la Dra. Valenzuela.