Lechugas, tomates, porotos, acelgas, cilantro y pepinos son las hortalizas más producidas bajo plástico en la zona, aunque en Cobquecura ya se trabaja en el cultivo de papayas bajo plástico.

De distintos tamaños, formas y materiales, los invernaderos se multiplican cada vez con mayor velocidad en los campos de Ñuble, donde instituciones como el Indap han jugado un rol clave en el segmento de la agricultura familiar campesina, cofinanciando proyectos de este tipo.

“La implementación de invernaderos es una gran solución para incrementar la rentabilidad del suelo en la pequeña agricultura, principalmente, porque esta forma de producir permite hacerlo en contraestación, dando la posibilidad a los agricultores de producir durante diferentes épocas del año. Esta práctica permite alcanzar dos y hasta tres cosechas anuales, lo que ciertamente rentabiliza la producción”, comentó la directora regional de Indap, Tatiana Merino.

Es por esto que se han hecho esfuerzos por apoyar el establecimiento de nuevos invernaderos, comentó Merino, ya que una de las dificultades para su implementación es el costo de instalación; en ese sentido, recordó que recientemente se realizó un concurso para el rubro de hortalizas, destinado a usuarios SAT (Programa Servicio de Asesoría Técnica), para la implementación, renovación y equipamiento de invernaderos por $100 millones, para financiar proyectos de fomento productivo, continuar desarrollando la producción de hortalizas bajo plástico, “y así los productores puedan instalar o mejorar sus invernaderos, de manera que aumenten su producción de hortalizas durante los meses de invierno, generando de esta forma un mayor ingreso” y abastecer a los dos polos de desarrollo de la región, Chillán y Chillán Viejo y eventualmente, llegar a abastecer a la región de Biobío, planteó.

Para esto, indicó que recientemente se aprobó el financiamiento de inversiones para el rubro hortalizas en las líneas de apoyo a la construcción de invernaderos o la implementación de paneles fotovoltaicos para riego y/o calefacción de los mismos.

A través de Indap, los productores pueden suplir otra de las dificultades para tener mayor cantidad de invernaderos, que es la falta de capacidad técnica, para lo cual se entrega capacitación a los productores de autoconsumo o microproductores asociados a los programas de desarrollo local (Prodesal) o por medio del SAT, orientada a rubros en particular, como el de hortalizas, donde los productores de mayor envergadura, que han alcanzado una articulación comercial, egresan de Prodesal a SAT para recibir capacitación para su rubro principal, asistencia técnica y comercial y donde cuentan con mayores herramientas de inversión.

El Esfuerzo


Es el caso de Sergio Lara, un usuario de Indap quien, junto a su familia, no solo egresó del Prodesal al SAT, sino que ha levantado su empresa familiar “Parcela El Esfuerzo” y hoy cuenta con 24 hectáreas, con riego y bodegas. Además de producir zapallos, tiene un invernadero donde ahora está secando ají para la elaboración de agroprocesados.

Gracias al convenio de comercialización Indap-Unimarc, que permite a los usuarios de Indap acceder con sus frutas y hortalizas como proveedores de esa cadena en el marco del programa “100% Nuestro”, Sergio Lara ha potenciado el crecimiento de su empresa familiar campesina. “Hoy estamos entregando en un supermercado y al mercado mayorista, y con un sello que nos distingue como productores de Ñuble, donde mostramos la calidad de lo que se produce en estos campos”, señaló con orgullo.

Enfocado en lograr nuevos proyectos para la pequeña empresa, reveló que su apuesta será aprovechar su entrada a estos exigentes mercados gracias a los zapallos y continuar expandiendo sus rubros, con paltas y cítricos, como limones y clementinas.

Ventajas


Eduardo Apablaza, encargado comercial de Arava, empresa chilena que comercializa productos con tecnología israelita orientados a la protección de cultivos, entre ellos, mallas e invernaderos, expuso que “el auge de los invernaderos en el mundo responde en buena medida al cambio climático, que ha obligado a cambiar abruptamente la forma de cultivar, porque las temperaturas ya no son las mismas, están los vientos, entre otros fenómenos”.

El ejecutivo explicó que “lo que hace el invernadero es crear un microclima, lo que ayuda a que en pequeños espacios la producción sea mejor, ya que nosotros adaptamos el clima a las plantas. Al controlar el clima, se acortan los ciclos de producción, haciendo que el suelo sea más productivo. Asimismo, con el clima controlado se puede ahorrar hasta un 45% de agua, porque la planta consume menos. Otra ventaja importante es que impide que pasen las plagas, y eso se traduce en que el agricultor no gaste recursos ni contamine los cultivos con pesticidas. Y finalmente, ofrece un lugar acogedor para que la persona trabaje, pues ya no es necesario que el agricultor esté a la intemperie, expuesto al Sol y a las inclemencias del clima”.

Apablaza comentó que si bien el nylon y el PVC funcionan bien como materiales para construir un invernadero, cuando se habla de invernaderos profesionales la diferencia es que tienen diseños específicos para la agricultura, por ejemplo, en el caso del plástico, que es contaminante, al durar más contamina menos, así como también debe tener un filtro difusor de luz, de manera que la luz entre de manera oblicua a la planta, para que las hojas de abajo también crezcan bien, lo que favorece la producción; y también debe incluir un aditivo antigoteo. El invernadero debe tener una estructura de fierro galvanizado, para que no se oxide; ventanas de ventilación; un plástico de buena calidad, que sea durable y cuente con filtro difusor de luz; y una malla anti-insectos”.

Un invernadero de este tipo, de 192 m2, cuesta aproximadamente $5 millones instalado, detalló Apablaza, quien reconoció que se trata de valores altos para los pequeños agricultores, razón por la cual también trabajan con otras soluciones, como el mejoramiento de un invernadero ya construido, en que la instalación de un plástico bordea los $400 mil.

Sentido de urgencia


Desde la Dirección de Desarrollo Económico y Productivo (Didepro) de la Municipalidad de Chillán, su director, Renato Segura, ha seguido de cerca este proceso, y según manifestó, se debe potenciar aun más la instalación de invernaderos como una herramienta para reducir la pobreza rural.

“El principal foco de pobreza y de rezago económico en Ñuble está radicado en el sector rural, en particular en la agricultura familiar campesina. Considerando que casi el 70% del valor bruto de la producción corresponde a productos vegetales, con una fuerte presencia de hortalizas, la principal fuente de pobreza son los bajos precios que paga el rubro mayorista, agravado por la estacionalidad y la poca variedad de la producción. El último Censo Agropecuario, que data de 2007, reveló que apenas el 2% de la superficie total de hortalizas en el país se cultiva bajo invernadero. En consecuencia, migrar la producción de hortalizas a invernaderos permitirá aumentar el rendimiento, aumentar la variedad de productos, mejorar los tiempos de cosecha (mejores precios) y, lo más importante, hacer un mejor uso de la escasa agua disponible”, argumentó Segura.

Entre los beneficios que destacan de su implementación, el profesional sostuvo que “en el corto plazo, aumentarán los retornos y la actividad económica de la agricultura de menor escala. En el largo plazo, entregará seguridad alimentaria y sustentabilidad a las zonas urbanas de la región, toda vez que una buena parte de los alimentos se producirán en los predios contiguos, disminuyendo las emisiones que genera el transporte de los productos de zonas alejadas del territorio”.

Sin embargo, el director de la Didepro postuló que la instalación de un invernadero no resuelve el problema de la pobreza por sí solo. “La instalación de invernaderos significará una reingeniería a los procesos de la agricultura de menor escala. Esto significa un acompañamiento continuo de los organismos técnicos de apoyo para instalar capacidades para establecer nuevos procesos, replanteando y rediseñando las actividades agrícolas”.

Renato Segura hizo una evaluación positiva del esfuerzo desplegado por Indap en este ámbito. “Existe un camino que se ha trazado Indap para apoyar el desarrollo agrícola y el camino elegido es el correcto. Lo que falta, a mi parecer, es sentido de urgencia y de ambición en las metas que se coloquen las autoridades regionales. Si me apura un poco, plantearía como objetivo de mediano plazo que la agricultura familiar campesina sea capaz de alimentar a la población urbana de la región de Ñuble. Lo que no necesariamente significa que lo hará, toda vez que los precios de los productos que subyacen a dicha mayor capacidad de producción puede servir para abastecer a otras regiones del país y el mundo”.